jueves, 4 de marzo de 2010

Petrona Viera


Tomado de http://www.archivodeprensa.edu.uy/p_viera/inicio.html

La peripecia vital de Petrona Viera -una artista retraída, atenta a su entorno familiar y social- estuvo signada por algunos episodios dramáticos, que no inhibieron la manifestación de una intensa vocación por la pintura que la destacaría ya entre sus contemporáneos. Sordomuda como consecuencia de una enfermedad infantil, afectada su familia por previsibles penurias económicas tras la temprana muerte de su padre, Feliciano Viera, quien fuera presidente de la República, y por otras muertes posteriores que también ensombrecerían su existencia. Pero desde la segunda década del siglo XX y hasta su muerte, en 1960, ella pintó, en telas coloridas y luminosas, figuras aplanadas, paisajes cercanos, juegos de niños observados con ternura, retratos de familiares y de amigos, desnudos -de realización femenina infrecuente, incorporándose, casi como única mujer, a la entonces vigorosa corriente pictórica planista.

Biografía
El 24 de marzo de 1895 nace Petrona Viera, a quien llamarían afectuoamente “Lala”, primera hija del matrimonio formado por el Dr. Feliciano Viera y doña Carmen Garino.

A los dos años Petrona fue víctima de una fuerte meningitis que la deja sordomuda. Desde muy pequeña aprende, con una maestra especializada, a leer las letras y los labios, a escribir y hacerse entender con gestos.

Apenas sobrepasada su adolescencia descubre su vocación, comenzando sus estudios artísticos a los 18 años.

En 1915 (año en que su padre asume la Presidencia de la República) surgen sus primeras muestras, manifestando un talento natural para la expresión plástica. En 1920, Vicente Puig la inicia en las técnicas del dibujo y la pintura.

Desde 1922 Guillermo Laborde es su maestro, amigo y consejero, hasta su muerte en 1940.

En 1926 realiza su primera exposición individual en Galería Maveroff.

En 1927 muere su padre, a los 58 años. Dos años después venden al Estado la casa quinta ubicada en 8 de Octubre 3050 (hoy Escuela de Sanidad) y se mudan a una casa, que les donara gente amiga del Partido Colorado, en 8 de Octubre 2850 (hoy Escuela Especial N° 210 “Petrona Viera”).

Desde 1940 a 1950 aprende grabado con el maestro Guillermo Rodríguez. En esos años nacen sus sobrinos Matilde y Feliciano.

El 5 de octubre de 1960, a los 65 años, Petrona muere de cáncer.
El ambiente familiar
El gran cariño que rodea a Petrona impide que desde muy pequeña su limitación la haga sentirse diferente. Si bien no salía de su casa, la activa vida social que tiene lugar en la casa quinta de los Viera la mantiene en contacto con el mundo exterior. Grandes figuras de la cultura y de la política visitaban aquella casa con frecuencia. Su padre era un hombre culto y conservador, y su madre, una mujer elegante y culta, muy cuidadosa en la educación de sus hijas.

Su padre era impulsor y amigo de quienes habían fundado el Círculo de Bellas Artes, por lo cual no le fue difícil procurar una formación artística para su hija (en su propia casa), que demostraba, además de interés, un talento natural para la expresión plástica.

La muerte de su padre ocasiona un gran cambio en la vida familiar. La tristeza invadió la casa y las visitas empezaron a escasear hasta desaparecer. La situación económica se volvió muy difícil y tuvieron que vender la casa quinta. La alegría volvería a la casa recién, años más tarde, con la llegada de los sobrinos Matildita y Feliciano. A pesar de las dificultades económicas, su madre disponía mensualmente de un dinero para las pinturas de Petrona, quien pasa horas pintando en su taller, donde sigue recibiendo la visita de su maestro, primero Laborde y luego Rodríguez, pero también sale con su hermana Lucha a pintar exteriores. Su hermana fue su gran compañera, quien más la ayudó a comunicarse con otras personas.

Los distintos momentos duros en la vida de Petrona se reflejan en las variaciones estilísticas y los temas de sus obras: la muerte de su padre, y luego de su maestro y amigo Laborde, más tarde la enfermedad de Lucha, quien ya no la podrá acompañar a pintar, la muerte de Rodríguez, un año antes de la suya, y el avance de su enfermedad que su familia ignoraba.

CARACTERÍSTICAS GENERACIONALES

En plena era batllista, el país se hallaba en un momento de hondas transformaciones. Fue una época de notable optimismo en Uruguay, en la que comenzó a desarrollarse el mito del “Uruguay feliz”.

El planismo fue la corriente pictórica principal en aquellos años y contribuyó a impulsar una etapa de modernización en el arte uruguayo. Dentro de ella sobresalen, entre otros, José Cuneo, Andrés Etchebarne Bidart, Guillermo Laborde, Carmelo de Arzadun, Humberto Causa, Domingo Bazzurro, César Pesce Castro, Guillermo Rodríguez, Melchor Méndez Magariños, Alfredo de Simone y la propia Petrona Viera.

Para el desarrollo del planismo y de toda la modernidad pictórica, fue muy importante la proyección de la docencia del Círculo de Bellas Artes y la influencia de los jóvenes becados a Europa, que retornaban de los centros metropolitanos. Estos jóvenes por un lado rechazan el arte uruguayo y por otro lado buscan, dentro del propio medio ambiente, las raíces que los ayuden a adentrarse en esta tierra que tan poco soporte artístico y cultural les brindara.

El Círculo de Bellas Artes fue creado en 1905, merced a un grupito reducido de amantes del arte, inscripto en la “etapa de modernización”, donde por primera vez pueden ingresar mujeres.

Petrona Viera no fue la única mujer que pintaba en los años veinte y treinta pero fue sí quién, en esos años, verdaderamente sobresalió de una manera singular, llamando la atención de sus contemporáneos.

En esa época Uruguay vivía cierto auge del feminismo, pues fueron los años de un protagonismo y activismo femenino en pro de los derechos de la mujer y de su participación cívica, aunque probablemente nada de esto haya tenido repercusión en la muy conservadora vida familiar cotidiana de Petrona y sus hermanas.

DESEMPEÑO PROFESIONAL

Fue la primera mujer uruguaya artista plástica profesional. Emergió como pintora en los años veinte, en pleno auge del planismo y estuvo vinculada a la corriente hasta 1943, en la fase más destacada de su producción.

Comenzará su formación artística con el pintor Vicente Puig. Iniciará luego un largo proceso de formación y consolidación pictórica con Guillermo Laborde, contacto que abarcará casi veinte años de una trayectoria artística que alcanzó cuatro décadas.

Tras la muerte de Laborde, la tragedia y la tensión irrumpen en su obra.

Incursiona por diversas técnicas, entre ellas el grabado sobre madera y metal, con el apoyo del profesor y pintor Guillermo Rodríguez. Esta etapa se prolongará hasta su muerte. A fines de los cincuenta vuelve al planismo, pintando flores y frutas en formatos muy pequeños, quizá carentes de interés.

En cuarenta y cinco años de labor ininterrumpida surgieron variaciones estilísticas y el dibujo las revela de manera inconfundible: las playas uruguayas, el mundo infantil en juegos e interiores, el desnudo femenino, los jardines y los árboles fueron temas esenciales de su quehacer, dejando testimonios de su creatividad en pinturas al óleo, en dibujos, en acuarelas y en grabados.

Su larga trayectoria se evidencia en la periódica participación en exposiciones organizadas por el Círculo de Bellas Artes, en muestras colectivas en el exterior, e individuales en nuestro medio.

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