jueves, 8 de abril de 2010

Hermann Nitsch: Obra de arte total en tiempos posmodernos


Tomado de: http://rizomas.blogspot.com/2005/01/hermann-nitsch-obra-de-arte-total-en.html

Si ha habido un grupo de artistas radical ha sido el llamado Accionismo Vienés, que allá por los años 60 revolucionaron el panorama en la tranquila Austria, creando happenings de fuerte impronta corporal, en donde las frías instalaciones que ahora dominan estaban llenas de sangre, fluidos de toda clase, música devastadora y otros elementos capaces de alterar a un público convencional. Uno de los creadores de esta actitud es Hermann Nitsch, que desde 1957 montó su Teatro de Orgías y Misterios, un proyecto plástico, literario y musical, que sería como una mezcla del land-art y el body-art, con fuerte impronta simbólica, como ahora veremos. Precisamente la acción de 1998, en Prinzendorf, ha pasado ya a los anales como algo excepcional: seis días sin parar en el escenario del castillo barroco, un paisaje de viñedos y trigales al noroeste de Austria. Con este motico, la revista Lápiz, dedicada al arte contemporáneo, nos entregó una entrevista con él en su número 138.

"Entre el ritual religioso y la fiesta pagana, Teatro... de H. N. pretende la experiencia en todos los sentidos; es un acto de comunión colectiva donde se come carne con el vino de la cosecha más reciente y se asiste, en una acción que combina la belleza con la más visceral repulsión, a la procesión, degollación y descuartizamiento de animales. La música se confunde con el grito de las bestias, el perfume de los inciensos con los olores animales" (p. 30).



Tuve conocimiento de este espectáculo por una noticia en El País, a raíz de las protestas de diversos grupos reaccionarios (aparte los ecologistas y los pro-defensa de los animales, que tienen mucho que decir). Pero en estos tiempos de lo políticamente correcto resulta difícil entender el sentido que este Drama tiene: porque lo que N. trata es de recuperar la celebración --al comienzo del verano-- del principio de vida o nacimiento (celebración durante el solsticio de verano, rito del vino joven, hijo de la fecunda tierra), que conlleva la muerte con el consiguiente renacer (degollación de animales y consumo de su carne). Claro que todo esto, explicado, se queda en nada. "Solamente en la experiencia de su dramaturgia se comprende el sentido de totalidad a que aspira la obra" (ídem). Lo que en su lugar celebramos ahora (noche del 23 al 24 de junio, San Juan) es una nimiedad. Se ha perdido toda la fuerza de los antiguos rituales y choca a la mayoría la sensualidad /carnalidad de este proyecto-realidad. Porque, acostumbrados ya a lo virtual /digital/representación cool, nada más perturbador que esta acción que dura varios días (con sus noches), y en donde se mezcla la sangre animal, la carne femenina abierta en canal, la música en tiempo real-espeluznante y los guiños constantes a la liturgia cristiana. Bestial. Miro la foto en B/N (1996) que aquí aparece: el autor descansa bajo un parasol, con sombrero de fieltro, gafas de otra época, barba pobladísima (blanca ya), chaqueta y jersey... Desde luego, un tipo bien extraño, un perturbador nato. En la entrevista, previa a la siguente acción, se le pregunta por el público vienés, que detesta su obra sin ambages: él lo atribuye a su esmerada educación en lo "clásico", que hace que rehuya cualquier innovación (frente al público alemán, menos educado y tal vez por ello más abierto). A pesar de todo, en Austria siempre florecen los francotiradores y propulsores de nuevos fenómenos artísticos, en pequeños círculos. Precisamente en Viena, con la Sezession, tuvo lugar una clara actitud de apertura. Y la segunda escuela (en música) provocó la más radical innovación en la historia de la música moderna. Si en pintura, diseño, arquitectura (aquí no tanto) hubo más aceptación, en música la resistencia fue fuerte --el ambiente de vals y opereta era asfixiante--.

Expresividad latente conectada con el erotismo-fulgor /destrucción en cierto arte austríaco: frente al expresionismo alemán (brutal), ello se realiza con un intenso formalismo, de sutiles detalles (p. ej. Klimt). Sus concepciones religiosas y artísticas: influido por el budismo zen, importancia de la idea de vacío, que anula separaciones escolásticas (conciencia-inconsciente, p. ej.). Esa mezcla de intensa reflexión filosófica unida a la meditación /iluminación (éxtasis) la considera muy importante. Su obra está recorrida por la pasión, el trabajo sobre el terreno-tiempo real, pero hay bajo toda esa exaltación un rigor constructivo muy barroco. Su obra, imbuida de espíritu religioso (sincretismo), pretende desentrañar, observar los misterios de la existencia. ¡Pero nada de instrucción, de educación moral a la alemana! (también rechaza el compromiso político, lo que lo separa bastante de Beuys). Habla de su trabajo en las pinturas (con las manos y con todo el cuerpo, utilización de sangre como elemento importante por sí mismo, y todo en tiempo real). Importancia de la simetría (en el fondo es un maniqueo). Elementos complementarios de la instalación: material médico (probetas con sangre/ orina, tubos, bisturí, etc.) junto a objetos propios de la Misa (cazullas, copón, etc.). ¿Aludiendo a la idea de terapia, de ritual para la curación-salvación? Hay un elemento que nunca ha faltado en sus obras, los terrones de azúcar: blanco aséptico, forma cúbica, absorbe los líquidos (como el algodón o los tampones higiénicos), asociado, a causa de su sabor, a un estado físico sensual, placentero.

En su conversación cita a Jung (interpretación del mito a nivel arquetípico) y a Nietzsche (resituar aspectos del cristianismo en la cultura griega-pagana; importancia del erotismo --capacidad de integración de lo instintivo-- versus la sublimación /moral puritana). Pero en general son simplificaciones típicas de artista. Lo que hay que valorar es esa intensidad que siempre lo mueve, y que se confirma una vez más en los preparativos para el nuevo Teatro (trescientos participantes, seis días enteros de orgía /comida /cansancio /sexo..., en tiempo real, ¡frente al teatro mimético-abstracto!). Uno llega a pensar que esta insistencia en lo real deja traslucir una seria patología de su autor --¿esquizofrenia, afán de integrarse en el cosmos...?--. Este estado extático provocado por la intensificación de los sentidos sólo puede ofrecerlo la experiencia artística. En eso estamos de acuerdo: cuando Vattimo expone la voluntad de poder como arte y se refiere al exceso /animalidad como características principales, tendría que poner a Nitsch en letras doradas.

Juan Antonio Ramírez

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