LAS
BACANTES – Síntesis argumental
Dionisos
viene disfrazado para ser visto igual que en un escenario, para hacer su
mímesis en la ciudad de Tebas, la ciudad de su madre, cuya tumba se encuentra
justo en el medio del teatro. Viene para ser reconocido como un dios, pero su
primo (nunca mejor dicho), Penteo, no le reconoce. Ya no importa si todas las
mujeres de la ciudad han seguido el culto y están en la montaña de las musas,
en el Citerón.
La
hybris de Penteo (una más en la familia de Cadmo, a la que tanto deben
los griegos, pero por la que tan alto precio han pagado) parece más una rabieta
de niño que un acto real. Y no sólo eso, sino que quiere ir disfrazado a ver a
las Bacantes en el monte, a las Ménades. Es allí donde se va a romper y, por
ironía trágica, cazado por su propia madre, Agave. Es así como volverá,
diezmado.
A
Cadmo, su abuelo, le parecerá excesivo el castigo impuesto a la familia, pero
en la tragedia no hay espacio para juicios morales. Sin rotura no hay tragedia.
La catástrofe es necesaria para entender lo trágico. El yo está roto y el que
cree que sabe lo que hace, no sabe «lo que hace». Las cosas son como son,
inexorables, irracionales y absurdas, en consonancia con el carácter
irresoluble del conflicto de estar vivos.
En
el mismo hecho de la existencia humana hay una provocación o una paradoja; no
obstante, precisamente en el mismo exceso se encuentran los títulos del hombre
para aspirar a la dignidad. Este exceso del héroe que le impide volver a ser
inocente, este pathos mathos que le purifica como si hubiera
pasado por las llamas. Por todo esto, en su profundidad, en su alma, la
tragedia es alegre, ya que el descubrimiento de la falsedad no es más que el
hallazgo de la verdad.
Texto original
http://www.latinamericanhistory.net/bacantes.pdf
Versión de Raquel Carrió y Flora Lauten
Las Bacantes
Personajes: Agave, Ino, Sémele, Autónea, coro de Bacantes, Cadmo,
Penteo, Tiresias, Dionisos-Lykas, Antino, soldados y sátiros.
Versión a partir de
la obra de Eurípides
Escena
I. LA TIERRA ASOLADA
Ruinas
de la Ciudad. Luz tenue sobre las figuras de piedra. En el piso inferior
distintas figuras caminan, se arrastran lentamente, abandonando la ciudad, como
en un éxodo sinfín. En el escenario, al centro (delante) Ágave, Cadmo y
Tiresias. Ágave en el suelo. A su lado, Cadmo. Al otro lado, el adivino
Tiresias. un Árbol seco. Piedras y madera quemada. Poco a poco, comienza a
asomar el Coro de bacantes. (Ménades, sátiros, como figuras detenidas en el tiempo).
Grito
(mudo) de Ágave. (pausa) Comienzan a oirse golpes de madera y piedras, y de
metales que chocan entre si, dando idea de caos, de guerra.
Ágave: ¡Odio la
guerra! ¡En esta tierra dura y áspera he visto
crecer los naranjos.
Pero la guerra se llevó los hombres
y los hijos al mar.
Sonido
(tema del destierro). Movimientos lentos. Las figuras van cobrando vida,
saliendo de la piedra. Acciones simultáneas: evocan la vida en la Ciudad,
anterior al destierro. Sobre el sonido y las acciones comienza el texto de
Ágave.
Ágave: (Con
las manos en la tierra.)
Hubo un
tiempo en que esta tierra florecía
y las
llanuras eran verdes.
Bajaba el río de la montaña.
Mis
hermanas y yo buscábamos el rastro...
(Coro:
imagen de las hermanas)
para bañarnos desnudas y cubrirnos
el cuerpo
con guirnaldas de flores.
Era una buena tierra.
Corríamos toda la llanura y sembrábamos
árboles.
Sembrar.
Sembrar...
(Coro:
acciones de la siembra.)
Coro: Corríamos
toda la llanura y sembrábamos árboles. ¡Sembrar, sembrar, sembrar..
Ágave:
Brillaba el sol en las montañas y mi padre
cuidaba los caballos.
Mi hijo creció para montarlos.
Coro
de mujeres:. Canción de
las nanas.
(Como un lamento.)
¡Mi hijo era hermoso!
¡Ay de los bosques talados y la
madera verde,
olorosa del trigo y de la vid!
Cadmo: (Sobre el sonido y acciones del
Coro.)
Hija,
triste es la vida en la vejez.
Y cuando
ya pensaba descansar en mis huertos,
dejar la
tierra que te vio nacer.
Hundidos
los ojos y la memoria vaga
andar
errantes por el
mundo,
como si
nunca hubiera hecho yo esta casa,
construido
la Ciudad,
y
sembrado mis manos en la tierra.
Sería
mejor volver atrás, incendiar nuestros cuerpos
en la
hoguera, servir de alimento a las llamas,
piedra y
ceniza sobre los viejos muros,
que el
destierro de un anciano.
¿A dónde
irás, con las piernas quebradas
y las manos manchadas de sangre?
Coro
de mujeres y soldados: sonido del viento. (Son las palabras traídas por el
viento. Caminan hacia atrás, lentamente.)
Ágave: (Sobre
el sonido del viento.)
¿Qué es ese ruido? ¿Qué hace el
viento?
(A Tiresias.)
¡No ves nada! ¡No sabes nada!
¡Saldré como estoy de la Ciudad, el
vientre seco
y las manos manchadas!
Tiresias: (Los
ojos vacíos. Con su bastón.)
Yo, Tiresias, ciego con arrugados
senos de mujer,
también aguardaba al esperado
huésped.
Yo que estuve sentado bajo el muro
y anduve entre los muertos,
¡percibí la escena y dije el
resto...!
Escena
II. LAS HILANDERAS
Acción
retrospectiva. Las mujeres de la Ciudad cantan mientras trabajan en el telar.
Comienza la historia que provocó la ruina y destrucción de la Ciudad.
Mujer
1:
(A las otras.) ¡Ino, Autonea! Dejemos el telar... ¡Vayamos al monte!
Risas
del Coro de mujeres.
Mujer
1:
¿Quién queda en la casa?
Mujer
2:
Ni hombre...
Mujer
3:
Ni animal...
Mujer
4:
¡Ni hijos que cuidar!
Mujer
1:
¿Dónde están nuestros hombres?
Silencio.
Mujer
5:
La tierra está seca.
Mujer
1: ¡La tierra está
muerta! (Tira los hilos.)
¿Quién secó las semillas?
¿Quién olvidó los campos y las
siembras?
Mujer
2:
(Tira los hilos.) ¿Quién secó los naranjos?
Mujer
3:
¿El trigo?
Mujer
4:
¿Los viñedos?
Mujer
1:
¿Quién me ha dejado seco el vientre?
Tiran
los hilos con violencia. Tienen piedras en las manos, las bocas y los vientres.
Acciones y sonidos de las piedras (in crescendo). Sobre el sonido:
Coro
de mujeres:
¡Penteo fue!
Plano
1: acciones simultáneas, vertiginosas. Mujer 2 llora piedras. Mujer 3 vomita
las piedras. Mujer 4 grita y pare piedras. Mujer 1 escarba entre las piedras.
Mujer
1:
¡Si hubiera agua y no roca...!
Mujer
2:¡Un
manantial!
Mujer
3:¡Una
semilla!
Mujer
4:
¡Una semilla de la vid!
Mujer
5:¡Una
sola semilla que cayera en la tierra!
Mujer
6:
¡Poblaría los bosques y los surcos!
Rodean
el Árbol. Risas enloquecidas del Coro de mujeres. Se oscurece la escena.
Sonidos de las acciones en el monte. Encienden velas. Acarician, huelen,
saborean el Árbol seco. Los cuerpos junto al Árbol. (Ritual de fertilidad:
invocación de Dionisio.) Sobre el sonido y las risas:
Mujer
1:¡Sembrar!
Coro
de mujeres:
¡Sembrar!
Abren
el círculo. Danzan frenéticamente alrededor del Árbol. Gritos, risas,
movimientos convulsivos. Acciones de posesión. (El dios invocado entra a los
cuerpos: ritual dionisíaco.) Caen al suelo. Desde la posesión (como evocación
de Penteo, ya en delirio, creciente):
Mujer
2:
Siembra odio y rencor...
Mujer
3:
Siembra guerra y dolor...
Mujer
1:
Siembra nuestros hijos...
Coro
de mujeres:
(Con las cabezas hundidas en el suelo.) ¡En el mar!
Música
del Pastor. Las mujeres (en plano 1) levantan lentamente las cabezas.
Visualizan la figura.
Escena III. DIONISIO O EL PASTOR
Acciones
en dos planos: mientras Lykas desciende la montaña, las mujeres visualizan a
Dionisio, dios de la fertilidad invocado por el rito.
Mujer
1:¿Qué
luz es esa?
Mujer
2:
¿Qué luz dentro de la tierra reverbera...?
Mujer
3:
(Evocando la historia de Dionisio.) Un rayo le dio vida...
Mujer
4:
(Recordando.)...en el vientre de la madre...
Mujer
5:
...un hijo lo engendró...
Mujer
1:
¿Quién es?
Mujer
6:
¿Quién es?
Coro
de mujeres:
¿Quién es? ¿Quién es?
Imagen
de Dionisio: figura del Pastor.
Mujer
1:
Oigo la música de los bosques...
Mujer
2:
Veo la figura...
Mujer
3:
Los blondos rizos...
Mujer
4:
Los brazos adornados...
Mujer
5:
El tirso...
Mujer
6:
¡...y el laurel!
Risas
de las mujeres.
Mujer
1:
¡Dancemos, hermanas!
Canto
de alabanza a Dionisio en la figura del Pastor. Lo cercan con los hilos y las
lanas hechos con sus manos. Lo visten y lo adornan con los atributos del dios.
El Pastor danza con las mujeres alrededor del Árbol. (Juego o representación
del culto en las tradiciones populares: Misterios dionisíacos–celebración.)
Sobre el canto y las acciones:
Mujer
2:
¡Ponte los broches y la túnica!
Mujer
3:
También las sandalias...
Mujer
4:
Las cintas en las piernas...
Mujer
5:
¡y la banda en el pecho!
Mujer
1:
¡Desliza tus cabellos en el agua!
Mientras
lo visten y adornan, el Pastor incorpora la figura de Dionisio (o el dios se
posesiona del cuerpo del Pastor). Dionisio o el Pastor cuenta su historia: una
versión del mito. Sobre el texto, acciones simultáneas–contrapunto.
Dionisio: (Sobre
el árbol. Juegos de representación del mito.)
A esta tierra he venido yo,
Dionisio...
(Risas
de las mujeres.)
...hijo de Sémele,
que me dio a luz por un rayo del
cielo.
Aquí está este palacio,
y aquí también la tumba de mi madre.
(Imagen
del sepulcro de Sémele.)
Estas son las ruinas de lo que fue
su casa.
Alabo a Cadmo que le hizo un santuario
en este lugar.
(Figura
de los viajes, las regiones–contrapunto.)
Atravesé los campos de Lidia,
preciosos por su oro.
La Arabia entera, y el Asia, junto
al mar salado.
Ciudades populosas y fértiles donde
la leche y la miel
¡fluyen como el agua!
Entran los sátiros. Son pastores adornados
con los atributos del culto: agua, frutas, hojas de hiedra. Estalla el júbilo.
Risas y juegos de las mujeres con los sátiros. Figuras: bacantes y sátiros.
Beben el vino y devoran los frutos. (El Árbol como un falo. El culto fálico:
los milagros de Dionisio. La fiesta del vino: iniciación de las mujeres.)
Mujer
1:
(Junto el Árbol.) ¡De la tierra está manando leche!
Mujer
2:
¡De la tierra está manando miel!
Coro
de mujeres:
¡De la tierra está manando vino!
Cantan
y danzan a los milagros de Dionisio. El dios ha transformado la tierra árida y
seca. El Árbol reverdece, la tierra da frutos.
Dionisio: (Al
centro del Coro de bacantes y sátiros.)
Yo con mis vides he enriquecido las
ciudades.
En todas ellas queda mi culto bien
fundado
y celebran mis fiestas con gran
regocijo,
cubiertos los cuerpos con pieles de
ciervo,
en las manos el tirso, y la cabeza
ceñida
con hojas de hiedra.
Coro
de bacantes:
(Con hojas y frutos.)
Vengo de lejos,
sufro por Bromio,
¡Pero es tan dulce
sufrir por él...!
Dionisio: (Al
centro, narración de la historia.)
Envidiosas las hermanas de mi madre
negaron que yo fuera hijo de un
dios.
Bacante
1:
Cuando en otro tiempo lo llevaba en su vientre...
Bacante
2:
un día al sentir los dolores del parto...
Bacante
3:
cayó un rayo de Zeus.
Sonido de gong. Todas gritan.
Dionisio: Es un hombre, decían,
y fue Cadmo quien inventó la fábula.
Mujer
4:
Zeus Crónida lo abrigó en su muslo.
Mujer
5:
Con broches de oro lo ocultó.
Mujer
6:
Las moiras le pusieron guirnaldas.
Dionisio: ¡Ahora
esta Ciudad debe reconocer mi nombre,
debe
venerar y celebrar mis Misterios!
Bacante
1:
¡Corónate de hiedra!
Bacante
2:
¡Adórnate de encina!
Dionisio:
(Colérico.)
¡Vengo en defensa de mi madre
Sémele!
(Las bacantes se miran aterradas.)
Un dios me engendró, pero vengo como
humano
para vencer a mi enemigo, ¡Penteo,
el hijo de Ágave!
Coro de bacantes:
(Voces alternas, desde el terror.)
¡El hijo de Ágave! ¡El hijo de
Ágave!
Dionisio:
¿No
fue ella quien engañó a mi madre,
culpando al dios de su temprana
muerte?
Bacante
3:
Tiemblan mis piernas...
Bacante
4:
Una ola de fuego sube por mi cuerpo...
Bacante
5:
Mis sienes laten...
Bacante
6:
¡Mi corazón se detiene!
Dionisio: Ahora
Penteo rehúsa mi culto.
Me niega las sagradas libaciones
y no permite mis cantos y alabanzas.
(En postura del guerrero.)
¡Voy a probarle a todos los
habitantes de esta tierra
que soy dios!
Hechizo
de Dionisio. Ágave se despierta. La escena es como un sueño, las bacantes
danzan con los sátiros. Dionisio frente a Ágave. La atrae con el espejo. Sonido
de cristales. Ágave en el centro. (Es un espejismo o un sueño que representa la
balada del Pastor.)
Escena
IV. EL ESPEJO DE ÁGAVE
Luz
en el centro. Plano 1: en lugar de Dionisio está Sémele. Dos figuras: Ágave y
Sémele. (Es la historia de las hermanas: el origen del mito.) Acción de tejer
de ambas hermanas
Ágave: (En
sombra, alucina el rostro de Sémele.)
No es mi rostro
sino los blondos cabellos de Sémele
dorados como el trigo.
No soy yo, es ella que viene
y está en mí.
(Narra
la historia.)
No era bella como Sémele
pero
amaba mi tierra
sobre
todas las cosas.
(Imagen
del Pastor.)
Un día vi al Pastor bajando la
montaña.
Olía a tierra y agua,
a bosque y a fruta.
Acciones del Pastor bajando la montaña.
Ágave y Sémele: (Sobre las acciones.)
En esta tierra en que no hay hombres
sino cascos,
ni manos sino espadas,
ni aliento sino órdenes,
él me pareció el más hermoso,
el más bello don sobre la tierra.
Voz de Lykas. El Pastor las llama desde la
montaña.
Lykas: ¡Muchachas!
(Risas de Ágave y Sémele.)
¡Muchachas! ¿Qué tienen en las
manos?
Ágave: (Sobre
las manos de Sémele.)
Duro es el oficio del telar.
Y yo me escapaba a la montaña
buscando leche y miel,
buscando como un perro el rastro de
agua
y el olor de las frutas...
Plano
2: evocación en la montaña.
Sémele:
(Llamando
a las hermanas. Sonido de campanas.)
¡Vengan, iremos por los campos!
Ágave:
¡Comeremos miel en las colmenas!
Sémele: Iremos a
ver a Lykas...
Ágave: que
guarda los rebaños de su padre.
Sémele: Él nos
dará leche...
Ino
y Autonea:
(Junto al árbol.) ¡Y frutas!
Voces
del Coro. Cantan al Pastor bajando la montaña. Sonido de campanas. Ino y
Autonea amarran a Lykas. Lo acarician, casi lo desnudan.
Ágave: ¡Ino,
Autonea, regresen al telar!
Sonidos
de agua. encuentro de Lykas y Sémele. Juegos de amor.
Ágave: (Narra
sobre las acciones.) Pero Sémele fue más ágil que yo. (Rodeando la
figura.) Acostados en la hierba descubrí sus brazos y sus piernas... su
cabeza sobre el cuerpo de mi hermana.
Sonido
vertiginoso de campanas. Todos corren.
Ágave: ¡Ino,
Autonea, pongamos la trampa! ¡Cazaremos la fiera!
Música
de la trampa. Sonidos violentos. Gritos de Sémele. Las hermanas apresan a
Sémele. Acusaciones, gritos. (Acciones–texto fragmentado.)
Ino: ¿Dónde
has estado?
Autonea: Tienes
las mejillas pálidas y los ojos brillantes...
Sémele: Es el
cansancio del camino.
Autonea: Tus
cabellos están húmedos y revueltos...
Sémele: El calor
y el viento me despeinaron.
Ino: Han
desatado tu cinturón...
Sémele: ¡Fue la
tormenta!
El
Coro canta la muerte de Sémele. Acciones simultáneas. Imagen del
descuartizamiento de Sémele embarazada del Pastor. Las manos de Ágave arrancan
las entrañas de Sémele. Manos manchadas de sangre. Figura: nacimiento del niño.
Sobre la imagen: figura de Dionisio.
Ágave:
(Narrando.)
El rayo alumbró las piernas
destrozadas. (Risa / llanto.)
¡Pobre niño envuelto en la sangre de
su madre!
Llanto
de las mujeres. (Contrapunto–texto fragmentado.)
Ágave:
(Con el cuerpo del niño en las manos.)
¡Silencio! ¡Silencio sobre las cenizas
de Sémele!
(Imagen de Dionisio en plano 3.
Sobre la imagen:)
El niño ha crecido con las moiras...
(Lo huele.)
y tiene el mismo olor a tierra y
agua.
¡Dicen que fue un dios...!
Una mujer del coro le ofrece una vasija de
agua.
Ágave:
¿Qué Dios desnudaría a mi hermana en
la montaña?
(Se lava las manos.)
¿Cuál lavaría su cabello en el río?
Se
iluminan las figuras de Cadmo y Tiresias.
Ágave:
(A Cadmo. Fin de la evocación: la
acción sale del relato.)
Padre, tú que inventaste la leyenda,
¿no te avergüenzas ya de viejo
o es que quieres ocultar lo que
todas las mujeres saben?
Sobre
la imagen de la muerte de Sémele. (El Coro en la escalinata. Imagen fija.
Rostros contraídos–máscaras del Coro). Cadmo y Tiresias inician el diálogo Toma
primer plano la otra versión de la historia.
Escena V. CADMO Y TIRESIAS
Cadmo: (Máscara
del viejo rey.) Has de saber que en ese tiempo el dios sedujo a mi hija, se
acostó con ella y nació un niño...
Tiresias: (Máscara
del adivino ciego.) Conozco la historia.
Cadmo: Hace
mucho que eres ciego. ¿Qué ojos te sirven para ver el pasado?
Sonido
de tambores. Luz sobre el Coro en plano 2 (escalinatas, voces, textos
fragmentados).
Tiresias: ¡Es el
viento! Esta Ciudad tiene sus muros... (Voces.) pero el Viento del
camino trajo las palabras...
Cadmo:
(Aterrado.) ¿Qué dicen?
Tiresias: (Sobre
las voces y sonidos del Coro..) Que tu casa está maldita... ¿Qué puede
nacer de los dientes del Dragón?
Voces
del Coro. Contrapunto. Figura de los ancianos con bastones. (Atributos:
el bastón del poder y el de la adivinación. Temblores en las manos. Modelo:
juego de bastones.) Sobre las acciones:
Cadmo:
Yo era joven. Fue mi misión fundar esta Ciudad.
Tiresias: ¡Sobre la
sangre!
Cadmo: ¿Y qué
otro líquido podía fluir en el desierto para amasar la tierra?
Tiresias: (Con
el bastón, trazando figuras en la arena.) Un hilo de sangre va corriendo
desde la primera piedra hasta tus hijos y tus nietos... Y los hijos de tus
nietos.
Cadmo: Fue una
bella Ciudad. Allí donde sembré los dientes de la fiera, nació un río.
Tiresias: En ese
mismo río, alguien te hizo un nieto.
Cadmo: No lo
conozco. No lo vi nunca. Mis hijas se lo dieron a cuidar a las moiras. Creció
en el bosque y según dicen...
Tiresias: Es su
culto lo que quiere imponer en la Ciudad.
Cadmo: No yo,
sino Penteo lo rechaza. Hace tiempo las mujeres lo buscan. Por eso te he
mandado a llamar. Pero no es el pasado lo que quiero saber, sino el futuro de
esta Ciudad que fundé.
Figura
de los viejos: el adivino y el rey. Sobre las acciones:
Tiresias: Cadmo el
fundador ya es un anciano. Tiene los ojos hundidos y las manos temblorosas. Sus
piernas que fueron tan ágiles, ya no pueden danzar...
Cadmo: Pero
danzaré con el dios, si eso salva esta tierra y a mi descendencia.
Cantos
del Coro): evocación y alabanza de los
Misterios de Dionisio. Cadmo y Tiresias: juego con los bastones.
Cadmo: (En
secreto.) ¿Cuándo llegará? ¿Yo podré verlo?
Tiresias: (Sobre
los cantos, en complicidad con el Coro.) Las mujeres lo invocaron.
Coro: ¡Evohé!
¡Evohé! Del suelo mana vino, mana leche, mana miel! ¡Dulce es dionisio, huele a
pino y a incienso sirio! ¡Evohé! ¡Evohé! ¡Evohé!
Risas
del Coro.
Cadmo: (Las
siente.) ¡Mujeres, mujeres! Están por todas partes. Abandonan sus casas y
se van a la montaña. (En secreto.) Dicen que a hacer los ritos sagrados.
Tiresias: (Figura
con el bastón.) ¡Viejos ritos!
Cadmo: Le he
levantado a mi hija un santuario en el lugar donde murió.
Tiresias: (Rompe
la figura. Golpea con el suyo el bastón de Cadmo.) ¡Tus hijas engañaron a
Semele! ¡Fue una trampa!
Enfrentamiento
con los bastones. Cadmo derriba a Tiresias. El Coro se levanta. Miran a
Cadmo.
Cadmo: ¡Me
culpan de haber inventado la leyenda! ¡Pero fue el dios mismo en la imagen de
un Pastor! (Aterrado.) ¿Qué quiere? ¿Viene por el poder, en contra de
Penteo?
Tiresias: (Desde
el suelo.) Hay otras formas de poder. ¿Qué son para Dionisio estas
murallas? No le interesa el poder, sino las alabanzas y las ceremonias secretas
de su culto.
Cadmo: (Se
inclina. Junto a Tiresias.) ¿Cómo lo reconoceré?
Tiresias: (Misterioso.)
Aquel de blondos rizos y delicadas formas que hará danzar a Penteo.
Sonidos
de panderetas, címbalos y flautas. Va entrando el Coro de bacantes y sátiros
con todos los atributos del culto de Dionisio. Acciones simultáneas. Sobre el
sonido y las acciones:
Cadmo: (Riéndose.)
¡Oh, no, Penteo no danzará! Odia a las mujeres que se van a la montaña y sólo
tiene ojos para los soldados... (Risas de las mujeres del Coro.) y oídos
para los cantos de guerra.
Ágave
se despierta. Imagen de Ágave y Dionisio. (Ágave entrando en el espejo-hechizo
de Dionisio: modelo de las acciones.)
Tiresias: ¡Ahí está
la clave...! Es hora de que esta Ciudad empuñe los tirsos y corone su cabeza
con hojas de hiedra!
El
Coro de bacantes rodea a los ancianos. Danza del Coro. Dionisio y Ágave en el
centro (la pandereta es el espejo). Modelo de movimiento: danza de Ágave frente
al espejo. Acciones simultáneas.
Ágave:
(Entrando en el delirio.)
Tiemblan mis manos...
Haces mover mis piernas...
¡Y alteras mi corazón!
Dionisio: (En el
oído de Ágave.) ¡Evohé!
Ágave
y el Coro de bacantes: ¡Evohé!
Entran
los soldados. La escena se oscurece. Sonidos metálicos. Las escaleras laterales
forman el trono de Penteo.
Escena
VI. PENTEO Y LOS SOLDADOS
Luz
sobre las escaleras. Discurso de Penteo a la Ciudad. Penteo con la
máscara de hierro. Acciones de los soldados con espadas. Dionisio como
soldado le sirve el vino a Penteo. Acciones simultáneas.
Penteo:
(Con la copa.)
¡Ciudadanos! Ausente estaba
y supe que en esta Ciudad
habían ocurrido extraños males...!
(Los soldados cruzan las espadas.)
Dicen que las mujeres abandonaron
sus casas
¡por engañosas bacanales...!
Que andan errantes por los montes
adorando con sus danzas... a
Dionisio.
(Danza de las espadas.)
¡Soldados! ¿Es cierto que ha llegado
a la Ciudad
un farsante extranjero, cierto
encantador
de blondos rizos y agraciados ojos
que no las deja ni de día ni de
noche?
Figura
de los soldados sobre las escaleras.
Soldado 1 (Antino):
Señor, un mensajero lo ha visto en
otras tierras.
Tiene guirnaldas por todo el cuerpo
y a su paso, enriquece las ciudades.
Penteo
sigue bebiendo.
Soldado 2:
Las mujeres abandonan el telar
¡y danzan noche y día
a la luz de las antorchas!
Soldado 3 (Dionisio):
¡Lo llaman Bromio en los
cantos secretos!
Penteo:
(Ya embriagado por el vino.)
¡Bromio! (Se ríe como un loco.)
¡Bromio!
¡Pues brindo por Bromio...!
Coro
de soldados:
¡Brindemos por Bromio!
Penteo:
(Se quita la máscara de hierro.)
¡El impostor!
Risas
de Penteo y los soldados. Sonidos de tambores y cantos de guerra. Entra el Coro
de bacantes. Es (o no es) una
alucinación de Penteo. En el centro Tiresias. Se inclina ante el trono.
Coro de bacantes a los lados.
Penteo:
(Desde el trono, a los soldados.)
¿Pero no es ese el adivino Tiresias,
famoso en las ciudades por sus malos
presagios?
(Risas. Penteo baja las escaleras.)
¡Ah, yo lo conozco bien!
Allí está, con la piel de ciervo en
la espalda
¡y el tirso en la mano...!
¿No crees, Tiresias, que hay que
matar
a ese farsante?
Tiresias:
(Desde el suelo)
Rey Penteo, escucha mis palabras.
He venido a avisarte.
¡Grande será ese culto en toda la
tierra!
Sonidos lejanos: canciones del culto.
Coro: ¡Evohé!
¡Evohé! Del suelo mana vino, mana leche, mana miel! ¡Dulce es dionisio, huele a
pino y a incienso sirio! ¡Evohé! ¡Evohé! ¡Evohé!
Penteo: (Gritando.)
¡Ya! ¡Ya!
Tiresias:
Él viene a difundirlo entre los hombres.
Es el divino néctar que libera del
dolor
y de la amarga pena.
Bebido, entrega al sueño
y hace olvidar los infortunios.
Penteo
le hace beber el vino. Risas de Penteo, las bacantes y soldados.
Tiresias:
¿Acaso no lo tomas tú cuando regresas,
cansado y abatido, de los campos de
guerra?
Penteo
bebe desaforadamente.
Imagen
de Cadmo vestido con los atributos del culto.
Cadmo: ¡Hijo,
aquí estoy!
Penteo:
(A los soldados.)
¡Pero hay algo mucho más asombroso!
¡Aquí está el padre de mi madre que
en su locura
se dispone a bailar con las ménades!
Risas
de Penteo, soldados y bacantes.
Cadmo: ¡Hijo, no
se oye nada!
Penteo:
Abuelo, deja esa guirnalda, y arroja el tirso.
¡Cómo lo has embaucado, Tiresias!
(Baja
del trono hasta Tiresias. Le quita el bastón y lo amenaza. A Tiresias.)
¿Y piensas que vas a ser más sabio,
y más rico, por enseñarlo a mover
las piernas?
Viejo eres, y por eso te perdono. De
no serlo,
¡ya estarías con los esclavos en prisión!
Movimientos
de los soldados con las espadas.
Tiresias:
Rey Penteo, ten presente lo que digo.
No es el mando el que hace grandes a
los hombres.
Recibe al dios que llega, hónralo en
sus fiestas,
¡y corona tu cabeza con guirnaldas!
Penteo:
(A los soldados, riéndose.)
¡Este viejo es un sátiro!
Tiresias:
(Acercándose a Penteo.)
¿Crees que es el Dios el que hace
impúdicas
a las mujeres...?
Las
bacantes se acercan. Movimientos sensuales. Rodean a Penteo y los soldados. Les
hablan al oído. Se escuchan risas y silbidos de serpientes.
Tiresias:
(Que nada ve.)
Pues no lo hace él. Cada uno por sí
mismo
va a lo que le place...
Penteo acaricia a los soldados. Movimiento
instintivo, como si fuera descubierto.
Tiresias:
¿Acaso no te gozas tú si vienen los extraños,
celebran tu Ciudad y alaban a
Penteo?
Eso mismo será, y más,
¡cuando él traiga la prosperidad a
esta tierra!
Penteo:
(Sobre el trono.) ¡Ciudadanos!
¿Han visto lo que hace, en la cabeza
de un anciano,
ese extranjero? ¡Bien se ve que eres
ciego,
y sólo presagias desatinos!
Cadmo:
(Por detrás de Penteo, en lo alto del trono.)
¡Hijo, hace tanto tiempo que fundé
este reino
que ya no recuerdo cómo era mi
rostro!
(Acaricia el rostro de Penteo. Lo
besa.)
Rectas son las palabras de Tiresias
y nunca
se ha equivocado en los presagios.
También fui joven, y padecí la
soberbia de los hombres.
Sólo cuando pasan los años, duelen
las culpas
y la memoria mata.
¡Ven, pliégate al culto que nos
llega...
yo
pondré en tu cabeza la guirnalda de hiedra!
(Se
quita la guirnalda y la coloca en la cabeza de Penteo.)
¡Rinde tu homenaje, no sea que
Dionisio
castigue nuestra estirpe!
Risas
de las bacantes y los soldados. Penteo mira con horror a todas partes.
Penteo:
(Enfurecido.)
¡Aparta esa guirnalda, más propia de
mujeres
que de hombres...!
(Tira la guirnalda. Baja del trono. Se
sujeta la cabeza con las manos. Está ebrio. Como si hablara a la ciudad, pero a
sí mismo.)
¿No merece la muerte ese extranjero,
ese encantador que con sutiles
mañas,
provoca el extravío de las mujeres
y el delirio de los ancianos...?
Tiresias:
(Lo sujeta para que no caiga.)
¡Cuidado, rey, tiene tu misma
sangre!
Cadmo:
(Desde el trono.)
¡Y poderes que harían estremecer la
tierra!
Penteo:
(Apoyado en los soldados.)
¡Ja! (Se ríe como un loco.)
¡Quisiera verlo!
Seguramente no es más que ¡un pervertido, (Burla de
Dionisio.)
danzando con traje de mujer!
(Trata de subir al trono.)
¡Yo lo encarcelaré!
(Sobre las acciones.)
Doblegaré su orgullo, cortaré sus
blondos rizos
y descuartizaré su cuerpo para alimento
de las fieras.
(Los soldados lo suben al trono.)
¡Ciudadanos, esta Ciudad tiene un
orden!
Reparto las riquezas y traigo las
naves cargadas
de olorosos perfumes y pieles que
cubren a mis hombres.
¿No es acaso la guerra el mejor
arte?
(Con
desprecio, sobre Dionisio.)
¡Un
pervertido tocando la flauta!
Tiresias:
¡Cadmo, marchemos! ¡Desgracia y pena
caerán sobre sus campos!
Cadmo:
¡Desgracia y pena caerán sobre mis campos!
Voces
del Coro. Se descompone la figura del trono. La escena se oscurece.
Escena
VII. LOS JUEGOS DEL GIMNASIO (o SUEÑO CON BROMIO)
Atmósfera
de una pesadilla. Luz tenue. Voces de los soldados que llaman a Antino.
Gradualmente se van descubriendo las figuras: cuerpos desnudos.
Soldado
1:
¡Antino!
Soldado
2:
¡Antino!
Penteo: ¡Antino!
Música
y movimientos de los juegos de lucha en el gimnasio. La luz refracta los
cuerpos. Juegos de combate. Entra Penteo. Música festiva. Panderetas. Baila con
los soldados. Sobre las acciones:
Penteo:¡Divinos
consejeros!
Mi abuelo es un viejo senil.
El adivino Tiresias no es más que un
ciego trasnochado.
Sospecho que ya ha tenido tratos con
Dionisio...
¡quizás en la época en que fue una prostituta...!
(Juegos corporales.)
Bueno es para el hombre ejercitarse
en el gimnasio.
Tomar las armas, y sólo en la
juventud conocer los dulces
secretos del guerrero...
(Risas y acciones de los soldados.)
Alguna vez he disfrutado yo de mis
hombres desnudos...
pero sólo son juegos para ejercitar
los músculos...
Antino, por ejemplo, es un bello
ejemplar de su raza.
(Imagen de la lucha en el gimnasio.)
Su cuerpo es bronce y miel. Su
cabello, un delirio
de ensortijados rizos...
¡Pero pelea en la guerra como yo!
(Mira a todas partes.)
Y si alguna flecha me fuera
destinada, ¡a él lo herirá!
Voces
del Coro de bacantes con antorchas. Tiresias en el centro: lleva el fuego.
Delante Ágave: dos cuchillos en las manos. Voces deformadas. Gritos, risas, campanadas:
acciones simultáneas (fragmentadas, como una alucinación de Penteo). Sonido:
¡Bromio! ¡Bromio! ¡Bromio!
Ágave
acaricia a Penteo. Lo cubre con una capa roja.
Voz de Dionisio:
(Desde arriba.)
¡Me llaman Bromio,
en los cantos secretos!
Penteo: (Alucinado.)
¿Bromio?
Soldados: ¡Bromio!
¡Bromio! (Corren hacia atrás.)
Penteo:
(Risa histérica.)
¿Venir a fundar aquí danzas de
locura?
¡No lo permitiré... (Voces, sonidos sobre el texto.)
mientras yo reine!
Las
bacantes rodean a Penteo). Frases, movimientos convulsivos. Arrastran la
bañera. Lo agreden, lo arañan, lo muerden (acciones fragmentadas).
Penteo:
¡Soldados! ¡Arrojen las guirnaldas!
¡Quemen los bosques!
¡Encarcelen a las mujeres!
Los soldados apresan al Coro de bacantes.
Luz sobre las escaleras laterales. Figuras difusas en el fondo.
Escena
VIII. CÁRCEL DE MUJERES
Cadmo
y Tiresias sobre las escaleras laterales.
Tiresias:
(A Penteo.)
Hubo un tiempo en que la Ciudad te
amaba.
Repartiste la tierra y los establos.
Cadmo:
(A Penteo.)
Creciste entre las mujeres de los
campos
y tu madre cantaba las glorias de tu
padre.
Acepta a Bromio, hijo,
¿no ves a tu madre entre las
prisioneras?
Rostros
de las bacantes encarceladas. Rrostro de Ágave.
Coro de bacantes:
(Cantan. Contrapunto: voces
alternas.)
Más vale trocar placer por dolores
que estar sin amores...
Voz e imagen de Ágave:
(A Penteo.)
¿Por qué nos encarcelas?
¿Por qué nos pones cadenas en los
pies?
Coro de bacantes:
(Cantan.)
Vivir en olvido aquel no es vivir.
Mejor es sufrir placer por dolores
que vivir sin amores...
Imagen de Ágave:
Soy cautiva del dios, amante del
dios,
le he dado mis ojos y mi cuerpo.
Coro de bacantes:
Soy cautiva del dios, amante del
dios,
le he dado mis ojos y mi cuerpo...
Ágave:
(Saliendo de la cárcel–acciones fragmentadas.)
Visto la piel del macho cabrío
y duermo a la orilla de los ríos.
Atravieso el fuego con mis manos.
Saboreo la tierra y unto mi cuerpo
con el jugo de la vid.
Penteo:
Sólo reconozco las virtudes de la
guerra.
¡Y no veo a mi madre entre las
prisioneras!
Los soldados lo visten. Sobre las acciones:
Cadmo: No
respetas la tierra ni sus tradiciones.
Tiresias:
¡Verás esta Ciudad en ruinas
y tu gente de pueblo en pueblo
mendigando casa y labor!
Se
oscurece la escena. Luz sobre el centro.
Penteo:
(Repite obsesivo.)
¡Esta Ciudad tiene un orden!
Repartí la tierra y la riqueza
¡y no permitiré disturbios ni
locuras!
Prohibiré los cantos y las danzas.
¡No quedará ni un bosque, ni un solo
macho cabrío
para el sacrificio!
Entra Antino. Sonidos naturales (contraste).
Escena
IX. DIONISIO Y PENTEO
Antino:
Señor, cumplimos tu mandato.
A tu vista está el que deseabas
ver cautivo.
(Imagen de Dionisio. Lleva arco y
flecha. Modelos: figuras del encuentro.)
Danzaba con las mujeres en el monte
y se portó la fiera con dulzura.
No hizo intento de huir.
Movimientos
de Dionisio Figuras con el arco y la flecha. Máscara del Toro (detrás): imagen
dual. Acciones simultáneas.
Penteo:
(Extrañado.)
¿Quién eres?
Voces y rostros del Coro de
bacantes:
He nacido en los bosques...
Y sufrido los dolores del parto.
Penteo: Tu voz
viene de lejos...
Coro de bacantes:
(Como lamento.)
¡Evohé...! ¡Evohé...! ¡Evohé...!
Penteo: ¿Qué
nombre es ese?
Sonido
vertiginoso. Danza de Dionisio y Penteo. Mutaciones. (Modelos: cazador,
guerrero, cervatillo.) Juego de seducción: acciones fragmentadas.
Penteo:
(Deslumbrado. Imitando las acciones.)
¿Por qué te presentas ante mí
como un ingenuo cervatillo
y ahora saludas con la postura
del guerrero?
Movimientos lentos, danzados: el espejo.
Penteo:
(Divertido.)
¿De dónde vienes?
Dionisio: De todas
partes. Esa es mi patria.
Penteo:
(En el juego.)
¿Y qué es ese culto que traes
y quieres imponer en mi Ciudad?
Dionisio:
Creo que lo conoces.
(Muestra la máscara del Toro.)
Dionisio, hijo de Zeus...
(Incorpora las acciones.)
me ha iniciado en él.
Penteo: ¡Zeus...! Un Zeus que engendra
nuevos dioses.
Dionisio:
El mismo que en esta tierra
se unió a Sémele.
¿Qué más quieres saber?
(Lo
toca. Lo acaricia. Risas de Penteo.)
Penteo:
(Riendo sin parar.)
¿Y cómo vino a ti?
¿Lo viste... o lo soñaste?
(Figura de los dos cuerpos y máscara del
Toro.)
Dionisio:
(Desde la figura, acciones fragmentadas: acaricia la cabeza de Penteo.)
Me vio... lo vi... y me inició en
sus Misterios.
Penteo:
¡Misterios!
¿Qué significan esos Misterios?
Dionisio:
(Rompiendo la figura.)
¡Los Misterios divinos no son para
profanos!
(Lo hace caer. Lo duerme sobre el trono.)
¡No lo ves porque eres ciego!
Música
de fiesta. Voces del Coro. Panderetas. Dionisio en el centro con la máscara del
Toro.
Escena
X. LA CORRIDA Y LA MUERTE
Coro de bacantes y sátiros. La fiesta del
fuego. Canto y danza. (modelo: baile flamenco). Corrida de toros (en rojo y
negro). Acciones simultáneas. Acciones (danzadas) del toreo. Cantos, palmadas,
panderetas
Danza
de Antino y el Toro: Antino cree vencer. El Toro (Dionisio) finge la muerte.
(Juego de representación.) Cuando Antino saluda como vencedor, el Toro hunde
los cuernos en el pecho del soldado. Gritos y júbilo de las mujeres. Ágave (en
plano 2) con los cuchillos sobre el fuego.
Dionisio:
(Con la espada de Antino, casi en secreto.)
¡Mujeres, escapen a los bosques!
Se oscurece la escena.: Penteo en el trono:
la acción en el sueño. Voz de Antino.
Antino: ¡Rey
Penteo!
Penteo
se despierta. Antino habla con dificultad.
Antino: Vengo de
las montañas... donde las cumbres están doradas por el sol. (Cae al suelo.)
Penteo: ¿Qué
vienes a anunciarme?
Antino: (Narrando:
contrapunto, texto y acciones fragmentados.) Pude ver tres coros. Uno lo
guiaba Ino, el otro Autonea... y el tercero Ágave... tu madre. (Penteo lo
sostiene. Dionisio rodea la escena con la espada. Traza la ruta, los caminos en
la arena.) Rendidas por la larga travesía, formaron un lecho de hojas secas
y todas exhaustas se durmieron.
Imagen
de las bacantes, dormidas en el bosque junto a los soldados. Narración y
visiones sucesivas de Antino y Penteo:
Antino: Mientras
me alejaba, me perseguían sus horribles gritos...
Coro
de bacantes con cuchillos en las manos. Voces y sonidos del Coro.
Antino: Caían a
mi alrededor pedazos de carne ensangrentados...
Imagen
del Coro. Sonido de cuchillos. Acciones.
Antino: Al
detenerme para tomar aliento, miré al cielo y lo vi de un rojo púrpura... y a
ellas volando como aves de rapiña.
Imagen
de las bacantes: modelo: las harpías. Gritos.
Penteo: (Lo
abraza.) Antino, hay que acabar con ellas. (Va hacia el trono.)
¡Tensa los arcos! ¡Prepara los carruajes!
Antino: Señor,
tus soldados huyeron. Danzan con ellas y serán despedazados por sus garras... y
devorados por sus bocas. (Cae junto al trono.) Y hay algo más. Cuando
luchaba por salir del cerco... (Imagen de Dionisio que se acerca con la
máscara del Toro.) un animal clavó sus cuernos en mi cuerpo...
Dionisio
le entrega la espada a Penteo. Es un hechizo.
Voz
de Antino:
(A Penteo.) Saca tu espada y húndela en mi pecho.
Penteo: (Levanta
la espada sobre el cuerpo de Antino, contra el trono. Llorando.) ¡No puedo!
¡No puedo!
La
mano de Dionisio sobre la mano de Penteo. Muerte de Antino. (Figura: Antino y
Penteo: los guerreros.)
El
Coro de bacantes se levanta
Penteo:
(Se revuelca en la arena.)
¡Dionisio, o quien quiera que
seas...
yo vengaré la muerte de Antino!
El Coro de bacantes carga sobre ellas el
cuerpo de Antino Sobre el sonido y la marcha entra Dionisio en el carro tirado por los
sátiros. Acciones simultáneas.
Escena
XI. EL ENGAÑO
Dionisio
sobre el carro con todos sus atributos. Penteo en el suelo.
Penteo: (Con
rabia.) ¿Qué haces aquí?
Dionisio: (Sonriendo,
irónico.) ¡Penteo, refrena tu ira! Malo es para los hombres el poder.
Provoca cosas... (Gesto con la mano frente al rostro de Penteo.) ¡Nubla
el entendimiento!
Penteo: (Desquiciado.)
Un mensajero vio a las mujeres en el monte. ¡Ha visto sangre saliendo de sus
bocas!
Dionisio: (Burlándose,
como un juego.) Ideas extrañas. Eran sólo mujeres entonando los himnos.
Las
mujeres bajan la escalinata lentamente con antorchas. Son como espectros.
(Acciones simultáneas.)
Penteo: Han
matado a mis soldados. ¡Vuelan pedazos ensangrentados!
Dionisio: No sé
cómo un rey puede tener visiones tan vivas. (En el juego.) Tus soldados
se divierten en el monte... ¡Y tu palacio pudiera ser devorado por el fuego!
¡De la cabeza de las bacantes salen llamas! Yo te digo: no debes hacer esta
guerra.
Penteo: ¡No eres
más que un farsante! (Se levanta.) ¿Para qué quieres mi reino, si ya has
conquistado tantas ciudades?
Dionisio: Tengo
otras razones.
Se
ilumina el Coro de bacantes Traen las ropas blancas para vestir a Penteo. Risa
enloquecida de Penteo (como una visión: hechizo). Sobre la imagen:
Dionisio: Odias la
debilidad y te gusta la fuerza... ¿De qué van a servirte los escudos aunque
sean de bronce? (Se le acerca. En voz baja.) En cambio yo, sin armas,
puedo traerte a las mujeres... ¡y una dulce venganza!
Las
bacantes ya cercanas a Penteo.
Penteo: (Maravillado.
En el hechizo.) ¡No entiendo tus Misterios! (Risa enloquecida: principio
del delirio, mutaciones.)
Dionisio: (En
voz baja.) Volverán a sus casas después de la noche.
Penteo: (Desde
la risa.) ¿Y qué hay en la noche?
Dionisio: (Más
cerca.) La celebración de los ritos. ¿No querías saber...?
Penteo: ¡Quiero
ver cómo el vicio las agobia!
Dionisio: Puede ser
peligroso. A no ser... (Extiende la mano a las bacantes.)
Penteo: ¡Habla!
Dionisio: ¡Que te
vistas de lino!
Canto
ritual de las bacantes con la ropa. Lo visten, lo adornan, lo maquillan (de
espaldas al público). Penteo se vuelve. Está vestido de mujer. Gestos y voz
femeninos. (Mutación: gestualidad ambigua, contradictoria: fuera de sí.)
Penteo: ¡No, como
mujer no! ¡Me da vergüenza!
Dionisio: (Divertido.)
Eres terco. Haces bien en ponerte el disfraz.
Penteo: Pero al
ir por la Ciudad me verán los otros.
Dionisio: ¡Nadie te
verá! Han ido a celebrar. Y como sabes, en las fiestas del dios todos están
ebrios. (Lo sube en el carro.)
Penteo: (Gestos
extraños, muecas.) Lo extraño es que ayer estaban en contra de los ritos...
Dionisio: (Figura
de los dos en el carro.) Quizás no lo estaban. Te oían hablar... ¿pero cómo
sabes tú lo que pensaban en la noche?
Penteo: ¡Iré
contigo! ¡Y tal vez llegue a tiempo para salvar a mis hombres!
Dionisio:¡Nos
uniremos al cortejo! ¡Nadie podrá reconocerte!
Música
de fanfarria. Risas convulsivas de Penteo sobre el carruaje. Se ilumina plano 2
(escalinata): entra el cortejo.
Escena
XII. LA FIESTA DIONISÍACA
Cadmo
y Tiresias presiden el cortejo. Pelucas, sombrillas, abanicos. Trajes de
fiesta. Plano 2: entra el Dragón chino manipulado por las bacantes y los
sátiros (el Coro oculto bajo las telas del Dragón). Acciones
simultáneas–contrapunto–textos fragmentados. La comparsa con la música bajando
a plano 1. Sobre las acciones:
Voz
de Dionisio:
¡Mujeres, este hombre ha caído en la trampa...! No ve la ruina de su palacio.
¡Soberbio es y bajará al Hades en traje de mujer! ¿No es dulce mi venganza? (Se
coloca la máscara del Toro.)
Risa
enloquecida de Penteo. Sonidos de fanfarria. La comparsa del Dragón avanza
hacia el centro. Las sombrillas de Cadmo y Tiresias a los lados.
Penteo: (Desde
el carro.) ¡Sí, dos soles estoy viendo, dos ciudades y miles de puertas! (A
Dionisio, por la máscara del Toro.) ¡Ay, eres un toro!
Dionisio: (Diálogo
cruzado: sobre la imagen del centro.) Y tú una doncella... ¡Y muy hermosa!
Penteo: (Modelando
sobre el carro con el vestido y el sombrero, posturas.) ¿No me parezco a
Ino? ¿No soy igual a mi madre Ágave?
Dionisio: ¡La
gloria será tuya! ¡Regresarás a tu Ciudad y te traerán en brazos!
Evoluciones
de la comparsa (plano 1). Ágave en el centro. Música china. Movimientos y fanfarria. (Modelos: carnaval chino y
comparsas). Sobre las acciones:
Penteo: ¡Nunca
maravilla como esta vieron mis ojos! (Baja del carro, se acerca a la
comparsa.) ¡Soy rey, y desciendo de la estirpe del Dragón! ¿No podré subirme
a él y ver de cerca a las ménades?
Dionisio: (Acciones
al Coro con el abanico.) ¡Oh, sí!
Coro
de bacantes: canto ritual para la muerte de Penteo. Imagen fija: Ágave en el
centro. Penteo de rodillas delante de Ágave. Detrás la comparsa.
Escena
XIII. EL SACRIFICIO
Figura
de Penteo y el Dragón. Sobre el canto ritual la voz de Dionisio. Acciones
simultáneas–textos fragmentados.
Dionisio: (Como
representación: Misterios.) ¡Mujeres, un espía ha llegado a presenciar
nuestras obras! ¡Cacemos la fiera!
Coro
de bacantes:
(Levantando las telas.) ¡Cacemos la fiera! (Ágave lo abraza.)
Penteo: (Máscara
de la fiera.) ¡No!
Ágave: (En
delirio, con los ojos desorbitados. Lo mira, lo huele, se lo muestra a las
otras.) Hijo de mujer no es...
Penteo: ¡Madre!
Ágave: Tiene ojos
de fuego, garras en las manos... (Lo muerde.) ¡Es hijo de león o de
Gorgona! (Le arranca pedazos.)
Penteo:
(Gritando.)
¡Ay, madre, Penteo soy, el hijo
que amamantaste y llevaste en el
vientre!
(Rugido de Ágave. Máscaras de fieras.)
¡Hasta las perras reconocen a sus
hijos!
(Máscaras, sonidos y rugidos del Coro.)
Tus ojos no me ven...
y de tu boca mana espuma y sangre.
(Máscara de Ágave.)
¿Serías capaz de ofrecer a tu hijo
en sacrificio?
Imagen fija. Figura: Penteo y el Dragón.
Gritos, rugidos del Coro de bacantes. Cruzan las telas (llamas) del Dragón
sobre la cabeza de Penteo.
Penteo:
(Rompiendo la imagen.)
¡No manches tus manos con mi sangre!
Sonido de redoblante. Música de circo. Ágave hunde la cabeza de Penteo en la boca del
Dragón. Gritos de júbilo. Risas enloquecidas de las ménades sobre los gritos de
Penteo. Canto de triunfo. Evoluciones de la comparsa (en retirada, plano 2,
atrás).
Voz de Dionisio:
(Sobre la imagen, al público.)
¡Nadie debe revelar nuestros
secretos!
(Con ironía, parodiando a Penteo.)
¡Ciudadanos...! (Movimientos
lentos con el abanico.)
¡La fiesta del Toro y el Dragón... (Gesto
de muerte: juego de representación.) ha terminado!
Voces del Coro de bacantes. Canto ritual. Se
oscurece la escena. Luz tenue en plano 2. Sonido: entra el tema de Ágave.
Escena
XIV. LA CABEZA DE PENTEO
Ágave
con la cabeza de Penteo en las manos. El Coro de bacantes a los lados. Canto de
las cazadoras por la cabeza de la fiera. Imagen fija. Voces alternas. Entran
Tiresias y Cadmo (escaleras laterales).
Tiresias:
(A Cadmo, mientras las mujeres
avanzan en el centro.)
Oh, viejo rey, un día el fundador de
la Ciudad.
No te libraste de la maldición sobre
tu estirpe
porque las obras con violencia, aun
si fueran justas,
acarrean los males que ahora vemos.
(Las
mujeres tiran flores sobre la cabeza de Penteo.)
Muerto es Penteo.
Llevado fue al abismo de la muerte
como
un toro se inmola.
¡Pobre la tierra que necesita
sacrificios
de hombre o de animal!
Ágave:
(Al centro, con la cabeza de Penteo.)
¡Hiedra del monte traemos y un rico
botín!
Este león hemos cazado...
(Alza y muestra la cabeza. Risas de las
bacantes.)
Joven y brioso... ¿no lo ven? (A
las mujeres.)
¿Quién le asestó el golpe?
Coro
de bacantes:
¡El monte fue! (Risas.)
Ágave:
Gozosa estoy por las hazañas
logradas en el monte.
¡Hombres de la Ciudad, vengan a
contemplar
nuestra fiera! No hubo dardos ni
espadas.
¡Nuestras manos bastaron para cortar
los miembros!
(Va hacia atrás.)
¡Vengan mi padre y mi hijo a mirar
nuestra gloria!
¡Que claven en los muros altos la
cabeza de la fiera!
Las
bacantes sostienen la cabeza sobre las coronas de laurel.
Cadmo:
(Desde la escalera.)
Amarga es nuestra carga.
Traemos el cuerpo de Penteo,
el último de la estirpe de los
Cadmo.
(Baja
las escaleras.)
Ágave:
(En el centro.)
¡Jáctate, padre, de haber engendrado
hijas ilustres!
Todas son grandes, pero yo más que
ellas.
Para salvar a mi Ciudad dejé el
telar en silencio
y me fui a la montaña a dominar las
fieras.
¡Mira en mi mano la rica presea de
la victoria!
Fruto de mi mano es. ¡Para que tú y
mi hijo
compartan para siempre la gloria en
la Ciudad!
¡Dichoso tú, que a tales hijas has
dado vida!
Cadmo:
(Junto a Ágave.)
¡Horror de vida! Fuente de amargura
que no cesará nunca.
¿Cómo has podido con tus manos,
presa de horrible locura, dar la
muerte a tu hijo?
Ágave:
(Acariciando la cabeza.)
Padre, no entiendo tus palabras.
Cadmo:
(A las mujeres, a todos.)
¿Qué culto puede ser más sagrado
que la vida de un hijo?
Ciegos de furor no vemos al hombre
detrás de las ideas.
¡Ni una sola idea vale más que la
vida de un hombre!
(Todas
lo miran extrañadas.)
Plano
2: Imagen de Dionisio sin los atributos. (Figura del Pastor, escena II,
inicio.) Acciones simultáneas: Ágave con la cabeza de Penteo–contrapunto.
Cadmo:
Justa, pero muy dura fue la herida
que él ha causado en nosotros.
¡Rey Dionisio, y pensar que eres
también
de nuestra raza!
Dionisio:
(Bajando las escaleras, en regreso de la acción.)
Yo no soy más que un extranjero.
Alguien que viene de lejos y cuya
única patria
es el destierro.
¿Qué razones de estado o de poder
permitieron que un niño creciera
lejos
de su cielo y de su tierra?
Hiciste de Penteo un tirano en la
Ciudad.
Éramos de la misma estirpe, pero en
sus manos
dejaste que la tierra y los vientres
se secaran.
Cuando creíste perdido tu reino,
invocaste mi culto.
(Junto a las mujeres, plano 1.)
Ahora levantaré el cuerpo de mi
madre
y le enseñaré a los hombres mi
secreto.
Algo tiene que morir para que algo
nuevo nazca.
Esa es la ley. Y tu hija, que ahora
es presa del delirio
sembrará ella misma las semillas en
la tierra.
Ágave:
(Cubriendo la cabeza con arena.)
Ojalá que mi hijo sea tan hábil, tan
diestro y tan certero
como ha sido su madre en esta caza.
(A las puertas de la ciudad.)
¿Pero dónde estará ahora? ¿No hay
quien lo llame
para que venga a recibirme?
(Mira a todos lados.)
¿Sabrá que las mujeres hemos librado
a la Ciudad
de la sequía, y estarán llenos las
mesas y los vientres?
(A
las mujeres.)
Cumplido
el rito está. Ofrecida la bestia en sacrificio.
Coro: Y el Dios
agradecido nos será propicio.
Cadmo:
(Se acerca a ella.)
Ay, infeliz, loca estás y qué duro
será
cuando recobres el juicio.
Voz de Dionisio:
(Sobre los muros.)
¡Madre, asciende pronto hacia la
luz!
Que todos los viajeros te saluden
y que la tierra, dura y áspera,
se vuelva la simiente.
¡Volverán las mujeres a su estado
(Gesto a las mujeres.)
y nadie recordará que estuve en
ellas!
Música
del comienzo. Canto y danza de invocación a Dionisio. El Coro de bacantes danza
sobre la arena. Caen al suelo. Convulsiones. (Saliendo del trance: progresivo.)
Acciones simultáneas. Sobre las acciones:
Voz de Tiresias:
(Desde los muros, a Cadmo.)
¡Rey, salen llamas del templo de
Sémele!
Imagen
del fuego: recurrencia.
Tiresias: ¡Escucha
el viento que se acerca!
Sonido
del viento (cita escena V). Gritos y lamentos de las mujeres. Sonoridades que
evocan el comienzo (escena I).
Tiresias: ¡Cubrirán
las cenizas todas nuestras obras!
Ágave:
(Temblores, convulsiones, saliendo del trance.)
¡Ciego, no entiendo tus lamentos!
(Corre hacia atrás con la cabeza. Las
mujeres la siguen. Atraviesa los muros.)
Tiresias:
(Desde arriba.)
¡No mires a la tierra!
¡Alza los ojos y respira profundo!
Sonidos
de respiración: Ágave y el Coro
Ágave:
(Mirando el cielo, volviendo a sí misma.)
Lo veo todo más claro.
Las cosas son como antes.
(Abraza la cabeza.)
Cadmo:
(Junto a Ágave.)
Hija, respóndeme, ¿qué llevas en las
manos?
¿De quién es la cabeza?
Coro: (Saliendo
del trance.) ¡Es la cabeza de tu hijo!
Ágave:
(Llorando, sin mirar la cabeza.)
A mi hijo la ofrendo. Es un león.
Eso dijeron las cazadoras...
Cadmo:
(La golpea.)
¡Mírala bien! ¿No reconoces a tu
hijo?
Ágave:
(Temblando. Mira la cabeza. Grita.)
¿Quién lo mató?
¿Por qué tengo yo esta cabeza en las
manos?
Gritos
de las mujeres. Lamentos. Ágave abre los brazos, deja caer la cabeza. Las
mujeres la recogen. (Figura de las cazadoras: la cabeza en el centro.)
Acciones simultáneas. Sobre la figura:
Cadmo: ¡Tú y tus
hermanas!
Canto
ritual. Colocan la cabeza en el piso sobre las hojas. Retroceden. Ágave en el
suelo. Abraza la cabeza. Imagen del inicio.
(Figura
de Lykas, el pastor junto al árbol, imágenes superpuestas: comienzo y final.
Acciones y textos fragmentados.)
Ágave:
(Abrazando la cabeza. Lo confunde con Lykas.)
¡Matamos una fiera!
¿Qué haría Lykas oculto
entre las ramas...?
Tiresias:
(A las mujeres. Escalinata: muros, plano 2.)
¡No la dejen hablar!
Las
mujeres le tiran piedras y arena a Ágave. Plano 1: es la imagen del comienzo
(escena I): la ciudad arrasada (tierra baldía): imagen de ruina y destrucción
de la ciudad. Sobre la acción, contrapunto: textos fragmentados. Ágave y
Tiresias. (Textos de Ágave en el inicio.)
Ágave: Era el
tiempo en que esta tierra florecía...
Tiresias:
¡Amárrenle las manos!
Gritos
y acciones de las mujeres. Tiran arena y piedras. Sobre las acciones:
Ágave: Bajaba el
río de la montaña...
Tiresias: ¡Cúbranle
los ojos!
Ágave: Mis
hermanas y yo...
Tiresias: ¡Para que
no recuerde!
Grito
de Ágave. (El grito mudo del comienzo. Ahora se oye.) Sonido: tema del
destierro (música del inicio). Sobre el sonido:
Tiresias:
(A Cadmo.)
La gente cree sólo lo que se dice.
Hay cosas ocultas que no deben
ver la luz.
Inventaremos otra fábula
y de nuevo levantarás la Ciudad.
Basta que honres al dios
y los muros se cubrirán de hiedra,
las rocas de agua,
y la vida renacerá entre las
piedras.
Cadmo: (Sobre los muros destruidos.)
¡Ya es
tarde! Iremos al destierro.
Coro de mujeres: canto (llanto) por la
ciudad. Contrapunto: sonidos e imágenes del comienzo. Sobre el canto:
Cadmo:
(Los ojos cubiertos de arena.)
No veo sino sangre.
Polvo y ceniza sobre los viejos
muros.
¡Otros que vengan y levanten la
Ciudad!
El
Coro inicia la marcha entre el humo y el polvo (plano 2). Plano 1: rastros,
huellas en la arena. Sobre el sonido de los pasos:
Cadmo:
Iremos a extrañas tierras,
a pedir un lugar en el exilio.
Llanto
de Ágave sobre la cabeza de Penteo (plano 1: postura del comienzo). De rodillas
en la tierra (frente al público). Las manos manchadas de sangre. Cadmo y
Tiresias inician la partida. De espaldas, sobre las escaleras laterales. Plano
2 velado por el humo.
Escena
XV. REGRESO A LA CIUDAD
(Epílogo)
Sonido
del viento. Oscuridad. Luz tenue sobre el árbol seco, al centro. Sombras en el
fondo (plano 2).
Ágave:
(Desde el suelo, con la cabeza de Penteo.)
No, padre.
Veo la cabeza de mi hijo
y el castigo del Dios.
Pero ni hombre ni Dios
me arrebatarán mi tierra.
Regada está con la sangre
de mi hijo.
(Empieza a cubrir la cabeza con la arena.)
Aquí están mis amores y mis sueños.
Aquí mi locura y mi tristeza.
Aquí las tumbas de mi madre
y
de mi hermana.
Yo
sembraré a Penteo con el mismo furor
con
que estas manos le robaron la vida.
(Entra
la cabeza en su vientre.)
El
cuerpo despedazado crecerá,
bajo
la hierba yo también creceré.
(Camina
hacia el árbol, la cabeza en el vientre.)
¡Que las manos que una vez
sembraron la semilla del Dragón
se alcen ahora, eleven este cuerpo
al sol,
y recojan un día los frutos de la
tierra!
Imagen de las manos sobre el árbol.
Voz de Cadmo:
(Figura velada por el humo. Plano 2.)
¡Abran las puertas!
Voz de Tiresias:
(A Ágave.)
¿Te quedarás tú sola entre las
sombras?
Ágave
abraza el Árbol (plano 1).
Voz
de Cadmo:
¿Aún sin tus hermanas?
Sonido
del viento. Oscuridad. Huellas en la arena.
Voz de Ágave:
(Muy bajo. Figura difusa junto al árbol.)
Aun sin mis hermanas.
Oscuridad
total.
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