domingo, 17 de octubre de 2010

La luz en las catedrales góticas


La luz gótica.
El sistema de iluminación determinado por el control y aplicación de la luz configura de forma fundamental la relación entre la normativa constructiva y los valores a que obedece.
En el gótico, el muro da la impresión de que fuera poroso: la luz se filtra a través de él, penetrándolo, fundiéndose con él, transfigurándolo. Y no es que los interiores góticos sean especialmente luminosos. Las vidrieras del gótico sustituyen a los muros vivamente coloreados de la arquitectura románica; estructural y estéticamente no son vanos abiertos en el muro para permitir que pase la luz, sino muros trasparentes. Del mismo modo que la verticalidad gótica parece dar una dirección inversa a la fuerza de gravedad, así, por una paradoja estética similar, la vidriera niega en apariencia la naturaleza impenetrable de la materia, recibiendo su existencia visual de una energía que la traspasa. La luz, que normalmente se ve ocultada por la materia, es aquí el principio activo; y la materia sólo es estéticamente real en la medida en que comparte la luminosidad de la luz y es por ella definida.
La luz aparece como un símbolo a través de la ficción de un sistema de iluminación no natural. A través de la articulación de las vidrieras del edificio como um auténtico muro traslúcido, creó un espacio determinado por una luz coloreada y cambiante. a través del brillo dorado de los fondos de las pinturas, o por medio de la coloreada y cambiante del espacio arquitectónico confiere a los objetos una dimensión irreal, no natural y por extensión transcendida.
Para los siglos XII y XIII, la luz era la fuente y esencia de toda la belleza visual. Esta preferencia estética se ve intensamente reflejada en las artes decorativas de la época, que se deleitan en la vistosidad de objetos relucientes, materiales brillantes y superficies pulidas. La aparición de la vidriera, movida por la asombrosa idea de sustituir os muros opacos por otros transparentes, refleja ese mismo gusto
Según la metafísica platonizante de la Edad Media, la luz es el más noble de los fenómenos naturales, el menos material, el que más se acerca a la forma pura. La luz es además el principio creativo de todas las cosas, y es especialmente activa en las esferas celestiales, donde es causa de todo el crecimiento orgánico que se produce aquí en la tierra.


"Según los pensadores medievales, la luz es el principio del orden y del valor. El valor objetivo de una cosa se halla determinado por el grado en que participa de la luz".
En la catedral gótica, el sistema de iluminación establece una concepción figurada del espacio. El espacio gótico se nos ha transmitido como una realidad aprehensible, valorable y capaz de ser sometida a análisis.
La luz, como forma ambiental para establecer la apoyatura anagógica con lo trascendente, fue el medio utilizado por los pintores para configurar la imagen ideal de un "espacio sagrado".
La Catedral tiene la función de enseñar, desde la entrada, con sus estatuas y su pórtico, hasta en sus vidrieras ubicadas en el interior de la misma, encontramos mensajes, enseñanzas tanto del Viejo, como del Nuevo Testamento. La catedral fue para los hombres de la época un lugar donde encontrar la palabra de Dios.
"La Catedral fue para ellos una revelación total. Palabras, música, drama viviente de los Misterios, drama inmóvil de las estatuas: todas las artes se combinaban en ellas. Era algo más que el solo arte, era la luz pura, antes de ser dividida en haces diversos por el prisma."


Y tenemos que pensar sobre todo en el significado que tenía la misma para los hombres medievales, todos los autores medievales coinciden en que el edificio de la iglesia representa la ciudad de Dios, la Jerusalén celeste. Pero mientras en la basílica primitiva se representa ante todo la ciudad celestial como urbe, aquí se subraya lo celestial de la divina construcción, la luz de la "ciudad luminosa", con los recursos mancomunados de todas las artes. Debemos tener en cuenta que en la catedral se representaba el cielo para los contemporáneos, y no solo por vía conceptual, sino que además se le colocaba vitalmente ante los ojos:
"…La catedral gótica, sensorialmente cercana, es representación poética de la esfera celeste: ante todo a partir de su interior, pero, en la catedral concluida, también con inclusión de su aspecto exterior. En ella, las artes plásticas rivalizan con la imagen del cielo que ofrece la poesía eclesiástica, y la superan ampliamente."Nieto Alcaide, Víctor Manuel: "La luz: símbolo y sistema visual" Editorial Cátedra. Madrid, 1981

LOS VITRALES Los vitrales o vidrieras son conjunto de vidrios de colores transparentes que se utiliza para componer diseños en ventanas. La técnica utilizada es similar a la del mosaico, las piezas de vidrio se sujetan con tiras de plomo y se montan en un bastidor de metal. El efecto de las vidrieras depende de la luz que dejan pasar a través del cristal traslúcido, por lo que este arte también se conoce como ‘pintura con luz’. Alcanzó su máximo esplendor entre los años 1130 y 1330, con la arquitectura gótica, sobre todo en Francia.
El absoluto dominio de los vacíos sobre los llenos, la inserción de ventanas sobre las paredes, como la abertura de pórticos y galerías había llevado como consecuencia a la supresión del espacio necesario para la pintura mural. Ocurre así, que la pintura se transfirió de las paredes a los vitrales de las amplias ventanas. Los ventanales desprenden un mundo de imágenes que contribuyen aún más a darnos la sensación de lo sobrenatural. El gótico dispone de superficies de cristal jamás conocidas hasta entonces.
La luz no solo se diferencia por su cantidad, desde la oscuridad casi total del románico a la abundancia del gótico, sino también por su calidad. En las catedrales la luz no es "natural", no penetra a través de vidrios transparentes, sino que es de una calidad particular, coloreada, que impresiona como "sobrenatural".
La multiplicación de los elementos estructurales en detrimento de superficies planas o curvas y la importancia mayor de la luz, quitan a la pintura lugar en la iglesia gótica, concediéndosela por el contrario, al vitral.


Materiales y técnicas
Los tipos de vidrio que se utilizaban en las vidrieras góticas eran el vidrio coloreado en su masa y el vidrio de dos hojas. El vidrio coloreado en su masa era de un color uniforme que se conseguía añadiendo óxido de hierro (para el verde), de cobre (para el rojo) o de cobalto (para el azul) a la masa vítrea, mezcla transparente de carbonato de potasio (más tarde, de sodio) y sílice. El vidrio de dos hojas, que permitía obtener colores intensos traslúcidos, se obtenía fundiendo una capa fina de vidrio coloreado con otra capa más gruesa de vidrio claro, cuando ambos estaban aún calientes.
El artista comenzaba con el diseño de un boceto a pequeña escaladel dibujo y, partiendo de él, componía un cartón o dibujo a tamaño natural con una punta de plomo o estaño sobre una tabla de maderao un tablero recubierto con una capa de tiza (gis) o pintura blanca. En el gótico tardío y en el renacimiento los cartones se hacían sobre pergamino, tela, papel o cartón. Las líneas de las varillas de plomo se pintaban en negro. A continuación se extendían sobre una mesa láminas de vidrio de color que se cortaban con un utensilio de hierro incandescente. Las líneas del contorno de ropajes, gestos faciales y pequeños detalles se dibujaban sobre las piezas ya cortadas con una pintura de esmalte negra o castaño oscuro, que se hacía con cristal molido, sales metálicas, como el óxido de hierro y cobre, otros minerales y líquido. Estos trazos solían dibujarse sobre la cara interna del vidrio al que se fundían cociéndolo a baja temperatura. Después se cortaba y se daba forma a las tiras dobles de plomo maleable, con sección cruciforme, para poder sujetar los bordes del vidrio por ambos lados. Las piezas de vidrio rodeadas por las tiras de plomo se fijaban luego al marco de hierro, o armazón, que formaba parte del diseño en las ventanas más antiguas.
Vitrales góticosEl estilo del siglo XIII, época del mayor esplendor de las vidrieras francesas, muestra una afinidad con la coetánea iluminación de manuscritos. Al perfeccionarse la construcción de bóvedas y arbotantes, fueron eliminándose los gruesos muros de carga para dar paso a un número creciente de ventanales de mayor tamaño en las iglesias, lo cual propició un incremento en la variedad y perfección de las vidrieras. Los rosetones —medallones circulares de grandes proporciones semejantes a ruedas radiantes— se colocaron en el extremo occidental y en los traseptos, en ellos se representaban la imagen de la Virgen con el Niño. Otros temas que aparecen en las vidrieras son escenas de la Biblia y de la vida de Jesucristo, el Juicio Final, profetas y evangelistas, leyendas y vidas de santos, escudos de armas, escenas históricas, signos del zodíaco y los trabajos propios de cada mes. Los gremios, que con frecuencia donaban vidrieras, aparecían representados por su santo patrono o bien con la ilustración de sus oficios. La obra maestra del siglo XIII es la catedral de Chartres, cuyo interior es una joya deslumbrante que cambia de color cuando la luz atraviesa sus 176 vidrieras, la mayoría de las cuales se han conservado intactas. La Sainte Chapelle, capilla de la corte de Luis IX, que vista desde el interior parece estar hecha toda de cristal y las catedrales de Bourges, Auxerre, Sens, Soissons, Laon, Troyes, Reims y la de Notre Dame de París son ejemplos sobresalientes del gótico. En la catedral de León (siglo XIII) de España, hay un conjunto de vidrieras en el presbiterio de calidad comparable. Al repertorio de colores existente en Francia e Inglaterra se añadió una gama más amplia de púrpuras, verdes oscuros y diversos tonos de amarillo.


La aparición de las vidrieras no se explica solamente por cuestiones de orden técnico-arquitectónico, ya que se podría haber elegido muchas otras variantes para sustituir la pintura. Su elección se debe a que esta técnica está particularmente bien adaptada al movimiento estético, económico y social de este período de la sociedad feudal. La elaboración de los vitrales exigía una infraestructura artesanal y comercial importante: era necesario poseer plomo y estaño en abundancia, vidrio y materias colorantes de todas clases, generalmente sobre la base de óxidos metálicos, de hierro, de cobre, de cobalto y manganeso.
Además, la técnica de preparación del vitral exigía una mano de obra calificada y especializada.
Los procedimientos utilizados fueron producto de una investigación empírica que llevó largos años de éxitos y fracasos.
La compleja técnica necesitaba de las grandes ciudades donde se encontraban artesanos de distintos oficios: vidrieros, ceramistas, orfebres, miniaturistas o pintores, que intercambiaban su conocimiento y colaboraban en un proyecto en común.
El vitral suma a su función decorativa una arquitectónica, material: protege de la lluvia y el viento y difunde la luz. Los artistas del gótico, que buscaron descomponer el edificio en cierto número de partes funcionales, y que asociaron la decoración a la estructura, encontraron en él un elemento bien caracterizado, que se relacionaba de manera lógica con los otros miembros del edificio.
En el gótico, a la metáfora y símbolo de Dios como luz se dio una respuesta arquitectónica mediante el empleo de la vidriera como filtro conversor de la luz natural exterior en un sistema de iluminación visualmente diferenciado y evocador de una realidad inmaterial y trascendente.
La luz, como uno de los elementos que simbolizan la idea de lo inmaterial, que atraviesa el vidrio sin alterarlo, servía a la perfección para desarrollar metafóricamente la idea de la omnipresencia divina. La luz, que atraviesa las vidrieras de la iglesia lo hace sin "alterar" el soporte físico lo mismo que "la luz divina penetra por el universo".

La luz gótica no es una luz "natural", la luz "no natural", impresiona como luz "sobrenatural". El gótico colma de luz de colores oscuros, entre el rojizo y el violáceo, siempre difícil de describir en su misteriosa esencia a causa de que, además no surge de una sola fuente, y varía en su grado de claridad de acuerdo con las variaciones de la atmósfera exterior: los colores ascienden, decrecen y en la hora del crepúsculo se encienden con una llama incomparable.
Con esta luz se funde todo un mundo de imágenes, que agrega al espacio interior de la catedral y contribuyen en forma decisiva a la potencia sobrenatural de la arquitectura gótica.
La forma de la pintura de vidrieras provocan como experiencia inmediata la impresión de lo sobrenatural: pues esas formas existen como seres incorpóreos y nacidos de la luz, como signos de mágico esplendor que se hubieran interpuesto en medio de los límites del espacio.

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