Enlace para bajar el texto completo.
http://www.google.com.uy/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CC4QFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.uruguayeduca.edu.uy%2FUserFiles%2FP0001%255CFile%255Cel-desalojo[1]%2520Texto.pdf&ei=CaX2UbH8JIny9gTQvYGwBg&usg=AFQjCNHbGmh5aqC3RX090b3pDg_3ocZJDA&sig2=zlhRyPk75AWu986tqMo3VQ&bvm=bv.49784469,d.eWU
Hola a tod@s, bienvenidos a mi blog HOMOARTIS. Este espacio está pensado fundamentalmente para mis alumnos Historia del Arte e Historia del Teatro. HOMOARTIS pretende ser un espacio abierto donde podamos compartir nuestro amor por el Arte en sus múltiples formas, y su desarrollo a lo largo de la Historia, como disciplina creativa y expresiva del Hombre. Espero que este blog crezca con sus comentarios y sugerencias.
lunes, 29 de julio de 2013
LA GRINGA - Florencio Sánchez - Texto
Enlace a blog de donde se pueda bajar el texto completo.
http://abajoeltelon.blogspot.com/2007/04/florencio-snchezla-gringa.html
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domingo, 28 de julio de 2013
1ra prueba semestral – HISTORIA DEL ARTE – IAVA 2013
Selecciona dos de las siguientes pinturas, y realiza un trabajo de análisis de las mismas,
a partir de la ficha de análisis de una obra pictórica subida al blog con fecha
domingo 28 de julio de 2013.
El trabajo
deberá ser realizado en computadora, hoja A4, espaciado 1,5; letra Arial 12,
debiendo incluir las imágenes seleccionadas, y no pudiendo exceder las tres
carillas.
OBLIGATORIAMENTE, se deberá citar bibliografía y/o webgrafía
consultadas.
PLAZO DE
ENTREGA SIN PRÓRROGAS: MIÉRCOLES 7 DE AGOSTO.
IMAGEN Nº 1:
La coronación de Napoleón – (1805 – 1808) Jacques Louis David – Óleo sobre
lienzo – Museo del Louvre – Paris.
IMAGEN Nº
3: Jóvenes a la orilla del Sena – (1856) – Gustave Corbet – Óleo sobre lienzo –
Museo del Petit – Palais, Paris.
IMAGEN Nº 4: En la sombrerería
– (1882 - 1883) – Edgar Degas - Pastel
sobre papel - Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
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Análisis de obras de arte,
Ejercicios,
IAVA 2013
FICHA DE ANÁLISIS DE UNA OBRA PICTÓRICA
FICHA DE
ANÁLISIS DE UNA OBRA PICTÓRICA:
LA
PINTURA puede definirse como el arte de cubrir una superficie plana, el soporte
en que se pinta, con colores, que los artistas usan según las técnicas de cada
estilo o época. A esta definición se puede añadir que la pintura es una
expresión artística que busca la representación de ideas estéticas sobre una
superficie bidimensional, en ocasiones tridimensional, utilizando los elementos
que le son propios, como el dibujo, el modelado y el colorido.
Para
el análisis de una obra pictórica de tendrán en consideración los elementos
siguientes:
- Contexto histórico.
- Técnica: fresco, óleo, acuarela, temple, etc.
- Soporte: muro o
pared, madera, lienzo, papel, cartón.
- Motivo o
Temática:
motivos geométricos, fitomorfos, zoomorfos, antropomorfos; tema religioso,
profano, mitológico, desnudos,
retratismo, naturaleza muerta, abstracta.
- Características
de la representación: Se describirán los rasgos
estilísticos más sobresalientes y aquellos que puedan considerarse como
excepcionales. Se tendrán en cuenta los siguientes conceptos:
·
Composición: forma de
distribución de los elementos de su representación en el espacio del soporte,
es decir, como se organiza la escena: en
diagonal, simétrica, geométrica, con una o varias escenas simultáneas;
composición cerrada o abierta;
·
Espacio: mencionar el tipo de perspectiva que se utiliza y cómo se
consigue la sensación espacial o, por el contrario, si la pintura es plana.
·
Líneas: analizar
aquellas que contornean las figuras o que las delimitan, y también a aquellas
que marcan direcciones.
·
Ejes: son líneas imaginarias,
horizontales, verticales u oblicuas, alrededor de las cuales se distribuyen los
elementos de la pintura, y que se trazan en relación a la posición que ocupan
los centros dentro de la obra.
·
Color: analizar si los colores son planos, puros y yuxtapuestos,
creando una pintura plana o, por el contrario, es una pintura basada en
diversos tonos generando modelado y volumen. Marcar si los colores son cálidos
o fríos que sirven para acercar o alejar los objetos del espectador y, por
tanto, para crear profundidad. Señalar si hay un predominio del color sobre la línea.
·
Luz: visualizar el uso de luces y sombras a través del color para
crear modelado y profundidad.
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Análisis de obras de arte,
IAVA 2013,
Vocabulario de Arte
martes, 23 de julio de 2013
ANÁLISIS DE OBRAS: El ajenjo - Edgar Degas
Edgar Degas - EL AJENJO (1876) 92 x 68 cm. - Óleo sobre lienzo - Museo d'Orsay - Paris
La obra más popular de Degas pone de manifiesto el interés característico en este artista por componer con intención narrativa los temas tomados de la realidad. Degas decía: "incluso trabajando del natural tiene uno que componer", o bien "no hay arte menos espontáneo que el mío".
Dedica una zona importante de la superficie pictórica a describir los planos inanimados y monótonos de los veladores de un café, relegando voluntariamente las dos figuras a un rincón de la tela. El efecto expresivo es de una gran intensidad.
Aunque pertenece al momento álgido del impresionismo, está muy lejos de los motivos alegres y las gamas brillantes de los impresionistas. Le sirvieron de modelo el pintor y grabador Marcellin Desboutin y la actriz Ellen Andrée.
Una gran parte del lienzo está ocupada por la perspectiva oblicua de las mesas de mármol, con una brusca desviación en ángulo agudo; se entra visualmente en el cuadro por esta guía obligada, como si el espectador estuviera en el café. Las superficies de mármol, vistas en perspectiva, forman una especie de camino que conduce forzosamente la mirada del espectador hacia los dos protagonistas. Para dar una secuencia al espacio, ha situado entre las dos primeras mesas un periódico doblado, olvido de un cliente, que establece un puente en este camino óptico. La desviación retrasa nuestro encuentro con los dos personajes; nuestra atención se para, en primer lugar, en la botella vacía y, después, en los dos vasos llenos de bebida, a causa de una espontánea asociación de ideas. En el primer vaso hay un líquido de color amarillento, relacionado con las cintas amarillas del corpiño de la mujer; en el segundo, un líquido rojo oscuro, relacionado con el traje, la barba y el colorido del hombre. Se llega así al centro del tema, pero el tema no está en el centro del cuadro. Ninguno de los dos se mueve, están ausentes, faltos de expresión y de gesto; aprisionados en el poco espacio que hay entre la mesa y el respaldo del diván, caen en una perspectiva que la pared de espejos que hay detrás hace aún más incierta y escurridiza. Antes que la palidez enfermiza de su rostro nos llaman la atención en la muchacha, algunos detalles tristes, casi grotescos: el falso lujo, totalmente profesional, de los lazos blancos que lleva en sus zapatos, de los adornos de su corpiño y de su inestable sombrero; y en el hombre, su vulgaridad corpulenta y sanguínea y su estúpida presunción. Es una humanidad macilenta y desaprovechada, detenida en el tiempo vacío y en el espacio quieto, fría como el mármol de las mesas mal lavadas, gastada y desteñida como el terciopelo de los divanes.
A pesar de la frialdad del análisis, la sensación visual está ahí; el significado humano está implícito en el dato visual. Por tanto, la impresión visual no es un limitarse a ver renunciando a comprender; es un nuevo modo de comprender y de permitir comprender muchas cosas antes no comprendidas.
Su impresionismo, adjetivo que él rechazaba, era más conceptual que óptico: aportó un enfoque que rompió con el equilibrio de la composición tradicional -imágenes cortadas por el marco, primeros planos, perspectiva más elevado que lo habitual-, que nos remite a la fotografía.
Al impresionismo de Monet y de Renoir opone una objeción de fondo: la sensación justa es un hecho mental antes que visual; no puede darse una nueva manera de ver sin una nueva manera de pensar. El artista no es un aparato receptor o una pantalla inmóvil sobre la que se proyecta la imagen inmóvil de la naturaleza; el artista tiende a captar la realidad, a hacer suyo el espacio. Y el espacio no tiene una estructura constante; tiene la extensión, la profundidad y el ritmo de la acción humana y, de la misma manera que no hay acción sin espacio, no hay tampoco espacio sin acción humana. Su gran descubrimiento fue, precisamente, que la sensación visual no es un fenómeno de superficie, sino una auténtica estructura del pensamiento.
TOMADO DE: http://cv.uoc.edu/~04_999_01_u07/percepcions/perc92c.html
Etiquetas:
Análisis de obras de arte,
Edgar Degas,
Impresionismo
domingo, 21 de julio de 2013
Características del Teatro Isabelino
TEATRO
ISABELINO
l EL
TEATRO ISABELINO: (1558-1625) es una
denominación que se refiere a las obras dramáticas, es decir que tienen un
final trágico, escritas e interpretadas durante el reinado de Isabel I y se
asocia tradicionalmente a la figura de William Shakespeare.
l ISABEL I: Fue reina de Inglaterra y Irlanda desde el 17 de noviembre de 1558
hasta el día de su muerte. Hija de Enrique VIII, nació como
princesa, pero su madre, Ana Bolena fue ejecutada cuando ella tenía tres años,
con lo que Isabel fue declarada hija ilegítima. Sin embargo, tras la muerte de
sus hermanos, Isabel asumió el trono.
l WILLIAM SHAKESPEARE: El mayor de los dramaturgos isabelinos, nace en 1564, en
Stratford-upon-Avon. No pasa por las escuelas universitarias, aunque se sabe
que estudió en la Grammar School de su pueblo. Allí debió leer a Séneca
y a los poetas y comediógrafos latinos. Desde 1587 año en que se marcha a
Londres, escribe sus primeros ensayos sobre teatro al tiempo que sus comedias.
Al arte
de la escena dedica toda su vida: como actor, director y administrador de “El
Globo”, junto al gran actor Richard Burbage. Hereda del teatro inglés el genio irónico y burlón que no
podrá dominar ni siquiera en las tragedias más patéticas. A la
inversa, el suspense, la tensión dramática, la reflexión profunda sobre la
condición del hombre y la existencia no están nunca ausentes de sus comedias.
Shakespeare, tenía la capacidad de crear un mundo imaginario autónomo cuyos
personajes son caracteres verosímiles, en la medida en que se asemejan a seres
vivientes, intrincados, contradictorios y profundamente orgánicos, con los cual
parece desvanecerse la presencia del artista que los ha configurado; asimismo,
cabe destacar la variedad que se pone en evidencia en el manejo conjunto de los
diversos géneros dramáticos y de sus múltiples gradaciones intermedias, en
manifiesta oposición a la tesis aristotélica de que los autores generalmente
practican ya la tragedia ya la comedia, pero casi nunca ambas especies.

l LA ERA ISABELINA: Al cabo de la gradual evolución que había comenzado en sus
remotos e inciertos orígenes medievales, el teatro inglés reveló en el siglo
XVI síntomas inequívocos de una toma de conciencia, que aspiraba a resolverse
en una creación escénica original y definitiva que permitiera la maduración y
síntesis de las experiencias dramáticas adquiridas hasta entonces. Los factores
que contribuyeron a transformar este deseo en una realidad plena deben
explorarse en un complejo juego de circunstancias propicias que estimularon la
consolidación social y el perfeccionamiento artístico de drama. Estas
circunstancias pueden distribuirse en tres grupos principales:
1) las
condiciones histórico-sociales de Inglaterra en las postrimerías del siglo XVI
2) los
estímulos que favorecieron el afianzamiento institucional del teatro;
3) el
desarrollo de un instrumento poético apto para la literatura dramática.
Por supuesto, los
historiadores del drama inglés se preguntan de qué modo fue posible una
receptividad tan amplia. Con la intención de proporcionar una respuesta, se ha
elaborado un esquema que podría denominarse “teoría de los niveles”, especialmente aplicado a la producción de
Shakespeare; según esta interpretación, cuando un autor isabelino concebía una
pieza teatral, en forma casi espontánea su imaginación tendía a fundir muy
diversos elementos que apelaban simultáneamente a diversos sectores del
auditorio. La escenografía era casi desconocida, de modo que la acción podía
paras de un sitio a otro sin interrupciones; a fin de que el público pudieses acudir
a su propia fantasía para evocar el lugar en que transcurrían los sucesos, con
frecuencia los personajes describían oralmente el imaginario ámbito en que se
hallaban. El escenario carecía de telón, y como las sangrientas anécdotas a
menudo concluían diseminado sobre el tablado abundancia de “cadáveres”, para
evitar el efecto ridículo de una “resurrección” general que permitiera
retirarse de escena a los actores fingidamente “muertos”, se procedía a
sacarlos con gran boato en solemne procesión fúnebre, como sucede al final de
Hamlet. La práctica isabelina excluía de las representaciones a las actrices;
por consiguientes era asignados intérpretes masculinos; a decir verdad, desde
1583 se suceden en Inglaterra esporádicos indicios e imprecisas noticias acerca
de la presencia probable o efectiva de mujeres en el ejercicios histriónico,
pero su aparición oficial, Shakespeare presentó Otelo, con la advertencia de “introducir la primera mujer que llega a
desempeñarse en el tablado, como partícipe de la tragedia El Moro de Venecia”.
La mayoría de las piezas teatrales se escribía en verso; pese a ello, era
frecuente alternar verso y prosa, a fin de reservar esta última para los
parlamentos de personajes cómicos o rústicos y para los pasajes de menor
intensidad poética. El teatro prontamente asimiló el verso blanco, pero todavía
era un medio imperfecto, de ritmo monótono, artificial y rígido, que se
adecuaba muy poco a la naturalidad dramática de la expresión oral; solo Shakespeare
se mostró capaz de convertirlo en un metro flexible, pleno de libertad, apto
para toda clase de modulaciones verbales y adecuado para comunicar hasta los
detalles más sutiles de la compleja psicología humana. Las ventajas del verso
blanco consisten en que admite innumerables variantes y en que su pie yámbico
es el que más se aproxima en inglés al ritmo del lenguaje cotidiano.
l EL TEATRO POSTISABELINO: A la muerte de Isabel I, en 1603, llega al poder Jacobo I. El
fastuoso avance de la comitiva real hacia Londres parece que constituyó el
mayor espectáculo del momento, un espectáculo en el que el rey era el principal
actor. El lujo y ostentación eran signos del absolutismo real al que se le
atribuía un origen divino. Su reinado representó el auge de las llamadas mascaradas,
consistentes en espectáculos de gran tramoya, en los que eran más importantes
los aspectos visuales que los textuales. El mayor organizador de estas
mascaradas fue Iñigo
Jones, que había aprendido en Italia el arte de la
magnificencia del teatro, el de los grandes efectos. Iñigo Jones, que venía de
una Inglaterra austera, quedó deslumbrado por los italianos, y por el marco de
sus espectáculos. Entre otros, pudo admirar el fastuoso teatro de Vicenza. Al
volver a Inglaterra siguió innovando por su cuenta en esta vertiente
decorativista al servicio de historias simples, poéticas, de tono muchas veces
pastoril, recitadas al son de músicas ensoñadoras. Por su lado, la representación
de la comedia y la tragedia se vio, en los teatros públicos, afectada por el
gusto del pueblo y de una nobleza amiga de sensacionalismos. En la tragedia se
extremó el senequismo. Los temas del desenfreno sexual, de los celos, torturas
y traiciones eran moneda corriente. Todo ello sazonado cada vez más por
invocaciones al diablo o apariciones de espectros. Con la llegada al poder de
Carlos I, en 1625, el teatro de corte impulsó aún más las mascaradas. El propio
rey y la reina participaron en ellas, con gran escándalo e indignación de los
puritanos ingleses. El triunfo de Cromwell hizo que se prohibieran las
representaciones escénicas, con lo que se cerró el mayor capítulo del teatro
inglés.
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